¿Castigada? solo es una parte de la vida {Libre}

-Señorita Potter queda usted castigada- oyó la chica mientras intentaba escapar escondiéndose entre la muchedumbre. No podía creer que el profesor lograra encontrarla, es como si sus habilidades para la maldad se hubieran incrementado con el paso del tiempo. En ocasiones la castaña pensaba que todos los profesores pasaban sus días buscando la forma de atrapar a lo estudiantes rompiendo las reglas para de aquella manera sentirse un poco mas superiores y poderosos. Se vio obligada a retroceder en dirección al profesor para terminar de escuchar lo que quería decirle-cinco puntos para la casa de Gryffindor gracias a su nueva hazaña- decía el profesor mientras Minerva desviaba su mirada al techo, de vez en cuando asentía para que el profesor pensara que lo estaba escuchando y no se cabreara todavía mas-¿Tiene algo que decir en su defensa señorita Potter?-pregunto finalmente clavando sus ojos en la figura de Minie. La joven emitió una gran sonrisa y se arreglo el cabello-solo intentaba hacer de este castillo un lugar mas divertido y ameno- respondió finalmente con un tono completamente serio en sus palabras. El profesor se dio media vuelta sin pronunciar siquiera una respuesta. Minerva suspiro y sin mas remedio comenzó su camino hacia el aula de castigos.

La joven Potter era incapaz de comprender la falta de alegría de los profesores, esta vez no había hecho nada que significara un peligro para los demás, esta vez solo se trataba de una simple ayuda para hacer la vida monótona a de los estudiantes un poco mas divertida. Caminaba pensando en lo que estaría sucediendole a su obra de arte en aquel instante, podía imaginarse al fruto de su esfuerzo destruido. De todos modos ella se sentía orgullosa por su trabajo y nadie la convencería de lo contrario. Al pasar por los pasillos del segundo piso se acerco a una de las ventanas y pudo divisarlo, la frase "defiendan a los muggles" realizada con fotografías de distintos estudiantes de Hogwarts y de algunos muggles que había sacado tiempo atrás, en el suelo del jardín. Su frase comenzaba a desaparecer lentamente, dentro de unas horas ya no quedaría nada, solo esperaba que alguien haya sido capaz de leerlo mientras aun se podía.

Minerva sabia que no podría quedarse todo el día observando como destrozaban su maravilloso trabajo por lo que continuo el poco camino que faltaba para llegar al aula de castigos. Una vez que se encontró frente a la puerta de aquella aula, tomo aire y la atravesó. Conocía aquel sitio de memoria, las paredes color arena y los pocos bancos dispuestos para que los estudiantes se sentaran a reflexionar por lo que hicieron. Allí se encontraba la profesora Donovan que aquella tarde estaba a cargo de los castigos. La profesora sonrió al ver ingresar a la joven castaña y sin siquiera preguntar cual fue su hazaña esta vez le señalo uno de los bancos para que tomara asiento. Aquel banco se encontraba vació, no tendría ningún compañero al parecer a menos que alguna otra persona ingresara y decidiera sentarse a su lado. Una vez en su asiento dirigió su mirada hacia el techo y dejo que sus pensamientos volaran, en su mente la imagen de sus hermanos y sus primos aparecían de la nada y en ocasiones desaparecían para que Thomas Lestrange ocupara su lugar.

Dorcas suspiro cansadamente mientras asentía en dirección al profesor. ¿Porque tuvo que meterse en ese lio? Se preguntaba una y otra vez. Solo tenía que haberlo ignorado, al igual que la otra gran mayoría de las cosas. Pero no se pudo resistir, tenía que hacerle saber al profesor acerca de lo que ella consideraba mala conducta. No era posible que él hubiera humillado a esa muchacha de ese modo solo por confundir un Chizpurfle con un Cangrejo de Fuego, lo cual era totalmente injusto ya que el Cangrejo de Fuego parecía más tortuga que otra cosa. Además que no estaban en la clase de criaturas mágicas. Dorcas no entendía que tenía que ver los animales en todo esto. Lo único que entendía es que seguramente el profesor había tenido una discusión con su esposa, lo cual había derivado en su fascinante mal humor. Ahora ella tendría que pagar las consecuencias y seria castigada, algo que raramente sucedía. ¿Ella? ¿Dorcas? ¿Castigada? Era algo difícil de creer. Algunas veces tramaba bromas con sus diferentes familiares, pero nunca eran atrapadas o por lo menos Dorcas no terminaba castigada. La joven se sentía culpable cuando castigaban solo a unos y a los otros no. Así que la mayoría de las veces terminaba acompañándolos en sus castigos, tales como limpiar uno de los baños o hacer alguna que otra labor con el guardabosque. Pero nunca había entrado al aula de castigos, jamás.

–Sí, ya le dije que si.- replico la muchacha un poco molesta, ante el discurso del profesor, en el que no le decía más que lo mismo. 'Estoy muy decepcionado.' '¿Cómo alguien como usted puede hablar de esa manera a un profesor?' 'Espero que esta sea la última vez.' Y un montón más de cosas que volvían loca a la pobre joven. Cuando el profesor por fin guardo silencio, supo de inmediato que era el momento de dirigirse a su hora de castigo, o al menos esperaba que fuera solo una hora.

Se levantó con la barbilla alzada como toda una orgullosa Weasley. Le dio antes una leve sonrisa al profesor, por más que le doliera admitirlo sabía que el profesor no tenía la culpa de tener una esposa como la que tenía, aunque eso no justificaba que se desquitara así con los estudiantes. Al pasar por una ventana, logro captar algo que le llamo la atención, así que se acercó un poco más. Al principio no entendía muy bien lo que ahí decía, podría decirse que estaba como deslavado. Así que apretó los ojos en un intento de ver mejor y lo capto. ''Defiendan a los muggles'' decía. No supo porque pero sonrió, eso debería haber sido obra de alguien de la orden del fénix. Además que actos como este le hacían darse cuenta de lo importante que era pertenecer a la orden, aunque no tuvieran un objetivo que cuidar.

Retomo su camino hacia el aula y cuando menos lo espero ya estaba ahí. Deseaba que el viaje hubiera sido más largo. ¿Quién sabe que te podrías encontrar ahí? –Oh, vamos es solo una aula.- murmuro para si antes de abrir la puerta. Encontrándose como bien era sabido, un aula común y corriente con las paredes color arena.
Dorcas se pudo percatar que ya había alguien ahí, parecía ser Minerva, otro familiar más. Prácticamente Hogwarts ahora era una escuela repleta de su familia. La muchacha muchas veces se quejaba de que todos los chicos de ahí eran sus primos y los que no lo eran tenían ideas puristas que le desagradaban. Ese pensamiento le trajo el recuerdo de Alastar, tanto que detestaba pensar en él.

Se quedó un momento parada en la puerta antes de que la profesora Donovan le indicara que tomara asiento. Para su fortuna era uno alejado de la joven Potter. Porque a pesar de ser su prima o lo que fuera, no era muy cercana a ella, por no decir que podrían pasar por ser unas completas desconocidas.

Minerva era incapaz de despejar su mente, estar en un sitio tan silencioso y encontrarse prácticamente sola con el banco de al lado suyo vació hacia que pensamientos extraños se apoderaran de su cabeza y aunque deseara dejarlos escapar ellos regresaban cada vez con mas fuerza. Ella necesitaba algo que la mantuviera en la tierra y su salvación llego atravesando la puerta segundos mas tarde. La figura de quien reconoció como Dorcas Weasley se somo tímidamente, pero con la cabeza en alto. Sonrió al pensar en el orgullo Weasley y no es que ella no lo tuviera, después de todo su abuela Ginny le repetía todo el tiempo que no podía dejarse vencer y que debía defender su orgullo sin importar lo que sucediera. La estudiante de Gryffindor no tenia demasiada relación con su prima segunda, las palabras no surgían cuando se encontraban pero esta vez necesitaba hablar con alguien mas.

Dejo escapar un largo suspiro al ver que la profesora le asignaba un sitio alejado al suyo. ¿Acaso la profesora disfrutaba de alejar a dos adorables primas?, Minerva necesitaba encontrar una forma de acercarse a Dorcas, pero aun no podía descifrar como. Observo cada uno de los objetos que se encontraban a su alrededor, debía existir alguna forma de convencer a la profesora Donovan para cambiar su ubicación. Su mirada se concentro en su propia silla, una idea surgió en su cabeza y cuando nadie estaba prestando atención a sus acciones comenzó con el trabajo. Del bolsillo de su túnica saco un cuchillo que había sacado de la cocina en una de sus tantas excursiones. Sin pensarlo dos veces comenzo a romper el banco, no le costo demasiado realizar un par de cortes, solo unos cuantos para que pareciera lo suficientemente peligroso. Cuando todo estuvo listo levanto su mano derecha para que la profesora la viera -Mi silla esta rota, mi uniforme puede romperse con los pedazos de manera que tiene colgando-anuncio con tranquilidad. La profesora se acerco a su banco y vio que Minerva decía la verdad. Por suerte para Minerva solo había un sitio disponible al lado de su querida Dorcas-Ve a ocupar aquel sitio-sentencio finalmente señalando al sitio que Minerva deseaba.

Asintió con una gran sonrisa en el rostro y se encamino al asiento que se encontraba a la derecha de su prima segunda. Se sentó y observo la silla-esta se encuentra en perfecto estado-le dijo a Dorcas sin siquiera mirarla. A pesar de no ser muy amiga de la ravenclaw conocía su personalidad y sabia que no era justamente una chica que demostrara demasiado sus sentimientos. Sin dar mas rodeos se volteo para ver a su prima y le dedico una sonrisa amable-me sorprende verte por estos lares, pensé que no eras del tipo de estudiante que recibía castigos-dijo con un tono divertido--¿que hiciste para lograr que un profesor se enfade?-pregunto algo curiosa, aunque estaba segura que no podría superar a su propia hazaña.

Dorcas tomo asiento preparándose mentalmente para lo que fuera que le depara esa terrible situación. No se arrepentía de haberle llevado la contraria al profesor y defender a esa pobre joven de su terrible humor. Sin embargo admitía que podría haber defendido a la joven de otra manera, que no fuera levantarle la voz al profesor. La joven Ravenclaw tenía un temperamento fuerte y diversos sucesos en la mañana habían contribuido. No había sido un buen día para ella, pero eso ahora no importaba. Agacho la mirada y se concentró en analizar su silla como cosa grandiosa.

De repente escucho un pequeño ruido apenas distinguible como el de alguien rasgando un pergamino. Siempre se había caracterizado por tener un buen oído. Levanto la mirada y alcanzo a captar como su prima metía un cuchillo a su bolsillo. Levanto una ceja confundida, hasta que las siguientes palabras de la Potter la hicieron comprender todo. Después de todo ella una Ravenclaw y no era tan difícil de adivinar que Minerva había roto la silla. Oh no pensó con amargura, al ver a su prima tomar asiento a su lado. No le desagradaba Minerva. Sin embargo la idea de tener que entablar una conversación con ella le resultaba intimidante. Ella era una clase aparte, una que no se mezclaba con la clase de Minerva. Pero sin embargo era su prima ¿no? No le iba a pasar nada si intercambiaba unas cuantas palabras con ella, o eso esperaba.

–Supongo que si, esta aun no la has roto.– le contesto desinteresadamente tratando de decir un comentario ingenioso. Demasiado tarde se dio cuenta que el comentario debió haber resultado un poco grosero. Así que cuando su prima levanto la vista hacia ella, sonrió sinceramente tratando de remediar su anterior error. –En realidad soy del tipo de estudiante que quiere descubrir distintos ámbitos de la vida escolar, me pareció que era buena idea empezar con los castigos.– Comento con un leve tono divertido regresando su atención al frente. –Solo dije mi opinión, el sin embargo estaba en unos de esos días de odio-a-todo-el-mundo-por-culpa-de-mi-esposa así que no le resulto demasiado agradable.– Le contesto a Minerva aun enfada con la injusticia que habían cometido con ella y la otra pobre joven que había sido humillada solo porque el profesor no había sabido mantener viva la llama del amor. Ese pensamiento hizo sentir culpable a la joven, no era justo que juzgara al profesor tal vez él no tenía la culpa. Además ¿desde cuándo se metía ella en la vida del profesor? ella no tenía ningún derecho. –¿Y a ti que te llevo a llegar a este lugar?– pregunto amablemente interesada por cualquier locura que su prima pudo haber ocasionado. Después de todo Minerva era una Potter y los Potter siempre hacían cosas grandiosas.

El rostro de su prima le hacia suponer a Minerva que ella se había dado cuenta de la artimaña que acababa de cometer. No le sorprendía que la hubiera escuchado, después de todo el oído de los Weasley jamas fallaba. Aceptaba que existían algunas excepciones como su tío abuelo Ronald que no podía escuchar prácticamente nada, pero no siempre se puede pretender que todos compartan las mismas habilidades. Aun así Minie no se preocupaba por que su prima supiera que fue ella la culpable, estaba segura que no se lo diría a la profesora y si lo hiciera ¿que le podría suceder? solo un par de horas mas en el aula de castigo a la cual estaba muy acostumbrada. En realidad podría haber pasado la tarde sin molestar a Dorcas si no fuera por Thomas que se metía en sus pensamientos cada dos por tres, si tan solo la dejara en paz por un momento todo seria mucho mas ameno.

Sus sospechas fueron confirmadas al escuchar las palabras de la estudiante ravenclaw. Sonrió ante el comentario de la misma -es una de mis tantas habilidades, y seguro que no tardan nada en arreglarla-bromeo, todo para Minerva era una especie de chiste, no podía evitarlo. Escucho atentamente las palabras de su prima, le llamaba bastante la atención que levantara la voz a un profesor, y consideraba que en realidad ella no había echo nada demasiad grave, solo tuvo la mala suerte de encontrarse a un profesor sin buen humor. Así son las cosas por Hogwarts, alguien tiene un mal día y los estudiantes terminan sufriendo a causa de aquello -esas son las maravillas del mundo, me hubiera gustado ver la cara del profesor al escuchar tus palabras, podría haberme reído por horas-acepto mientras intentaba recrear la situación que Dorcas había relatado.

-últimamente todas mis acciones me traen a este lugar, digamos que no tengo demasiada suerte-comento Minerva mientras observaba de reojo a la profesora pues no quería que se cabreara con ellas por hablar fuerte o algo similar-lo acepto, esta vez una razón concreta, tuve la decisión de expresar mis opiniones y tuve la gran idea de hacerlo con una obra artística la cual puede que hayas visto en el camino, me refiero al defiendan a los muggles realizado con mis queridas fotos-explico con algo de dramatismo. Aun le dolía la idea de verlo ser destruido por los profesores ¿por que no podían dejarlo? desde hace tiempo las cosas cambiaron y Minerva sentía que cada vez los magos estaban mas alejados de los muggles-esta escuela se llena de puristas y a ninguno de ellos les gusta escuchar opiniones ajenas-sentencio.