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Este Skin ha sido diseñado en su totalidad por Annabeth, la cual lo ha cedido sin pedir nada a cambio. No copies. El staff ha sido obra de Ramona. Gracias por su tutorial de ayuda.
El contenido es obra de la administración de Cave Inmicum. Idea original es de Minerva Potter. Diseño gráfico , todas las tablillas -sin contar las que venían con el skin- , los pj cannon y todo lo que encuentren aquí son propiedad de Minerva y Maia Potter ORIGINALIDAD AL PODER.
The absent-mindedness. | Arabeth |
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The absent-mindedness. | Arabeth |
The absent-mindedness.
Honeyduckes | 17:45 pm | Dos días antes de empezar el curso | Arabeth E. Nott & Astoria R. Malfoy
Honeyduckes | 17:45 pm | Dos días antes de empezar el curso | Arabeth E. Nott & Astoria R. Malfoy
Una de las razones por las que Astoria visitaba la tienda de caramelos de Hogsmeade, era por su variación de dulces y por la creación de su propio chocolate. Ya podrían haber miles de tiendas similares a esta, que ninguna otra alcanzaría su nivel y su fama.
Astoria era plenamente consciente que quedaban pocas horas para que empezara el curso, lo que quería decir que no podía gastar más dinero del que sus bolsillos le permitían. Si bien es cierto que sus padres podrían darle todo el dinero que ella necesitase en ese momento, pero debía aún comprar unas cuantas cosas más para el nuevo curso y debía tener en cuenta a sus otros dos hermanos. Posiblemente el hecho de que ella tenga la habitación más pequeña de las cuatro que hay en su casa, sea debido a su generosidad por su familia... No obstante, aún no se ha quejado de ello...
Volviendo al presente, Astoria se encontraba deambulando por al tienda con la bolsa de plástico en mano, que parecía que a cada giro que daba ella la bolsa era llenada de un nuevo producto. Incontables son las veces que ha visitado Honeyduckes y, aún así, todavía no sabía decantarse por lo que quería. Pero de algo de lo que sí estaba siempre segura, es que en su bolsa tenía que haber ranas de chocolate. Lo adora.
Así pues, una vez que decidió que la bolsa pesaba lo suficiente como para no introducir nada más, como era rutinario en esa tienda, se colocó en la fila ya creada por alumnos y clientes que se encontraban entusiasmados por quererse comer lo que habían comprado. Astoria, de pie, hacía tintinear su dinero al movimiento que realizaba con la monedero, y sin que pasase muchos segundos después, se dio cuenta que en esa misma fila se encontraba alguien con un rostro bastante conocido... Alguien que seguramente le haría sentirse afortunada al encontrarse con esa persona...
Astoria era plenamente consciente que quedaban pocas horas para que empezara el curso, lo que quería decir que no podía gastar más dinero del que sus bolsillos le permitían. Si bien es cierto que sus padres podrían darle todo el dinero que ella necesitase en ese momento, pero debía aún comprar unas cuantas cosas más para el nuevo curso y debía tener en cuenta a sus otros dos hermanos. Posiblemente el hecho de que ella tenga la habitación más pequeña de las cuatro que hay en su casa, sea debido a su generosidad por su familia... No obstante, aún no se ha quejado de ello...
Volviendo al presente, Astoria se encontraba deambulando por al tienda con la bolsa de plástico en mano, que parecía que a cada giro que daba ella la bolsa era llenada de un nuevo producto. Incontables son las veces que ha visitado Honeyduckes y, aún así, todavía no sabía decantarse por lo que quería. Pero de algo de lo que sí estaba siempre segura, es que en su bolsa tenía que haber ranas de chocolate. Lo adora.
Así pues, una vez que decidió que la bolsa pesaba lo suficiente como para no introducir nada más, como era rutinario en esa tienda, se colocó en la fila ya creada por alumnos y clientes que se encontraban entusiasmados por quererse comer lo que habían comprado. Astoria, de pie, hacía tintinear su dinero al movimiento que realizaba con la monedero, y sin que pasase muchos segundos después, se dio cuenta que en esa misma fila se encontraba alguien con un rostro bastante conocido... Alguien que seguramente le haría sentirse afortunada al encontrarse con esa persona...
Astoria R. Malfoy*- Mensajes : 44
Puntos Ganados : 200
Fecha de inscripción : 17/03/2013
Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
La reina de Slytherin siempre había pensando que Honeyduckes tenía una especie de hechizo encantador sobre los alumnos, después de todo… ¿Qué lógica tenía que una chica que odiaba el chocolate y que no le gustaban especialmente los dulces estuviese ahí?; ninguna, y aún así, Arabeth no hacía más que añadir caramelos dentro de su pequeña bolsita. Sapos de menta, grageas, droobles… y por supuesto, cuando pasó por delante del estantante dedicado a las varitas de regaliz estuvo muy cerca de arrasar con todas ellas. Varias veces intentó frenarse —más que nada por la salud de sus dientes— pero cuando intentaba ir a pagar, nuevos dulces se interponían en su camino llamándola e instándole a ser comprados.
Definitivamente, Honeyduckes era un arma letal para los bolsillos de los jóvenes magos de todo el mundo.
Al cabo de varios minutos, después de hacer un esfuerzo sobrenatural consiguió llegar a la cola. Mientras esperaba a que ésta avanzara no pudo evitar pensar en lo que le depararía el curso que estaba a punto de empezar, sería el más difícil de todos estudiantilmente hablando, eso era algo de lo que era plenamente consciente pero que no le llegaba a quitar el sueño. ¿Conflictos entre alumnos?, estaba segura de ello; lo presentía, ¿muertes y sucesos importantes durante el curso escolar ya fuera dentro o fuera del colegio?, eso ya, directamente lo daba por hecho. Sus pensamientos se vieron interrumpidos en el momento en el que la dependienta de la tienda empezó a hablarle, Arabeth parpadeó durante unos segundos ligeramente desorientada, al darse cuenta de que era su turno de pagar, sacó el importe acordado y pagó con rapidez para luego despedirse.
Una vez fuera del lugar aceleró el paso, en unas pocas horas había acordado reunirse con sus padres, su hermanos y unos amigos de sus progenitores en Las tres escobas, y antes de ello quería hacer un par de compras más, por lo que no quería perder demasiado el tiempo. Dirigió su mano derecha hacia uno de sus bolsillos con el objetivo de sacar el monedero donde guardaba un collar que a su vez servía de reloj —ciertamente, era un lugar un tanto extraño para guardarlo, pero Arabeth disfrutaba jugueteando con el mismo, por lo que prefería llevarlo ahí antes de colgado en su cuello—. De repente, el caminar de la serpiente se detuvo, alzó una ceja con algo de contrariedad y buscó en su otro bolsillo; sintió deseos de golpearse contra alguna pared cercana, ¿por qué no había rastro de su monedero?, se mordió la lengua con fuerza.
—Tonta y estúpida Arabeth—se culpó en susurros mientras giraba sobre sí misma y emprendía camino hacia la tienda en la que había estado hacía sólo unos segundos—Tonta y distraída—volvió a la carga, algo enfadada consigo misma, ¿cómo se le podría haber olvidado algo tan básico?, algo que, por otro lado, como toda cartera que se precie, estaba lleno de fotos—Torpe y tonta—siguió, siéndole imposible callarse, aunque ya prácticamente había llegado al lugar—Tonta y…—susurró mientras entraba por la puerta con rápidez prácticamente sin mirar por donde iba; cosa que resultó ser negativa, ya que acabó chocando con la persona que intentaba salir en el mismo instante que ella pretendía entrar, se echó hacia atrás a consencuencia del golpe y se tocó la cabeza durante un par de segundos, tras eso, levantó la cabeza con intenciones de pedir perdón a la persona que tenía delante de ella, ya que era consciente de que, en esta ocasión si era su culpa, pero se frenó al reconocer a la persona que tenía delante de ella, alguien con quien, definitivamente no esperaba encontrarse hata que hubiera empezado el curso.
—Umh… hola Astoria... y lo siento—saludó de forma algo escueta.
Definitivamente, Honeyduckes era un arma letal para los bolsillos de los jóvenes magos de todo el mundo.
Al cabo de varios minutos, después de hacer un esfuerzo sobrenatural consiguió llegar a la cola. Mientras esperaba a que ésta avanzara no pudo evitar pensar en lo que le depararía el curso que estaba a punto de empezar, sería el más difícil de todos estudiantilmente hablando, eso era algo de lo que era plenamente consciente pero que no le llegaba a quitar el sueño. ¿Conflictos entre alumnos?, estaba segura de ello; lo presentía, ¿muertes y sucesos importantes durante el curso escolar ya fuera dentro o fuera del colegio?, eso ya, directamente lo daba por hecho. Sus pensamientos se vieron interrumpidos en el momento en el que la dependienta de la tienda empezó a hablarle, Arabeth parpadeó durante unos segundos ligeramente desorientada, al darse cuenta de que era su turno de pagar, sacó el importe acordado y pagó con rapidez para luego despedirse.
Una vez fuera del lugar aceleró el paso, en unas pocas horas había acordado reunirse con sus padres, su hermanos y unos amigos de sus progenitores en Las tres escobas, y antes de ello quería hacer un par de compras más, por lo que no quería perder demasiado el tiempo. Dirigió su mano derecha hacia uno de sus bolsillos con el objetivo de sacar el monedero donde guardaba un collar que a su vez servía de reloj —ciertamente, era un lugar un tanto extraño para guardarlo, pero Arabeth disfrutaba jugueteando con el mismo, por lo que prefería llevarlo ahí antes de colgado en su cuello—. De repente, el caminar de la serpiente se detuvo, alzó una ceja con algo de contrariedad y buscó en su otro bolsillo; sintió deseos de golpearse contra alguna pared cercana, ¿por qué no había rastro de su monedero?, se mordió la lengua con fuerza.
—Tonta y estúpida Arabeth—se culpó en susurros mientras giraba sobre sí misma y emprendía camino hacia la tienda en la que había estado hacía sólo unos segundos—Tonta y distraída—volvió a la carga, algo enfadada consigo misma, ¿cómo se le podría haber olvidado algo tan básico?, algo que, por otro lado, como toda cartera que se precie, estaba lleno de fotos—Torpe y tonta—siguió, siéndole imposible callarse, aunque ya prácticamente había llegado al lugar—Tonta y…—susurró mientras entraba por la puerta con rápidez prácticamente sin mirar por donde iba; cosa que resultó ser negativa, ya que acabó chocando con la persona que intentaba salir en el mismo instante que ella pretendía entrar, se echó hacia atrás a consencuencia del golpe y se tocó la cabeza durante un par de segundos, tras eso, levantó la cabeza con intenciones de pedir perdón a la persona que tenía delante de ella, ya que era consciente de que, en esta ocasión si era su culpa, pero se frenó al reconocer a la persona que tenía delante de ella, alguien con quien, definitivamente no esperaba encontrarse hata que hubiera empezado el curso.
—Umh… hola Astoria... y lo siento—saludó de forma algo escueta.
Arabeth E. Nott*- Slytherin!
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Fecha de inscripción : 17/03/2013
Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
Observó plácidamente como dicha persona que había reconocido en cuestión de segundos, pagaba y corría rumbo hacia la salida. Parecía tener prisas o al menos no había claras intenciones de que fuera a volver... Astoria, dejando la mirada en la nuca de Slytherin, miró al frente, suspiró y agachó la mirada frustrada; había perdido una nueva oportunidad de acercarse a ella puesto que no el tiempo no corría por su mano.
Tras ser atendidas un par de personas que se encontraba delante suyo, llegó al fin su turno, sacando el dinero exacto que ya había apartado de las demás monedas para motorizar su tiempo; tal vez, aún con mucha suerte, la encuentre caminando por las calles de Hogsmeade.
Al realizar su compra, se apartó hacia la derecha dejando un espacio suficiente para que la siguiente clienta fuera atendida. En ese justo momento, al esconder la mirada en su bolsa para guardar su monedero, su mirada quedó interceptada por un objeto similar al objeto que estaba guardando en la esquina del mostrador.
Cerró su entrecejo y miró hacia los lados, a la espera de que alguien reclamase dicho objeto, pero parecían estar todos ocupados centrándose en las delicias mostradas en los expositores, ninguno parecía tener cara de haber perdido algo. Volvió a extrañarse y buscó la oportunidad de preguntar a la mujer que no hacía más que abrir y cerrar su caja registradora.
—Perdone. —se excusó segundos antes de preguntar— Alguien se ha dejado el monedero aquí. ¿Sabe de quién... podría ser? —al realizar la pregunta, la señora miró fugazmente a la castaña, afirmando seguidamente mientras volvía a centrarse en la caja. —Creo que es de una chica rubia con prisas... —contestó la mujer, provocando que Astoria mirase con más atención el monedero. —Se lo puedo guardar y dár... —pero Astoria no dejó que acabase su frase, cortándola y anticipándose ella en ayudar a devolvérselo. —No se preocupe, conozco a esa chica. —y antes de proseguir, pensó rápidamente e intercambió algunos datos falsos para dar credibilidad a sus palabras. —Le he dicho muchas veces que no pierde la cabeza por está sujetada a su cuello... Espero que no se haya olvidado que hoy hemos quedado en la tienda de Artículos de broma... —sonrió tan fugazmente como la mirada que la había echado la señora al principio. Dicho lo cual, la dueña miró de nuevo a la Ravenclaw y sonrió ampliamente; señal evidente de que su trola había colado. —Esta juventud... —contestó, concentrada de nuevo en la clientela.
Astoría se despidió rápidamente tras oír eso, y se apartó aún más para inmiscuir en el monedero. Actuó de la manera más corriente y usual, abriendo y mirando el objeto por dentro como si fuera el suyo propio. Observó detalladamente las fotos, donde estás se movían; se apreciaban fotos de sus amigas, de algún chico, de algún familiar... Todo parecía normal, tal vez faltaba algo de ánimo pero las fotos no daban más información de la que podían dar. Cogió el colgante y apreció el reloj que colgaba de él, lo miró detalladamente y buscó si había algún grabado; pero todo estaba en su perfecto estado. Aparentemente no había nada fuera de lo común; era un monedero de lo más normal.
Chasqueó la lengua contra el paladar y cerró el monedero, al mismo tiempo empezó a acelerar su paso, dirigiéndose a la salida mientras intentaba guardarlo en su bolsa. Pero justamente, en ese instante, su cuerpo tambaleó unos segundos al ser impactado contra otro que llevaba más velocidad. En ese instante, Astoria no podía ser más afortunada. Atónita por unos segundos, se arregló la ropa torpemente con la mano que tenía libre y aceptó sus disculpas con una leve sonrisa. —La culpa ha sido mía, no he mirado por donde iba —contestó, aún con su monedero en mano a la espera de ser devuelto a su dueña. Y, antes de que Arabeth volviera a poner en marcha sus piernas para caminar, Astoria tendió su monedero ante la mirada de la Slytherin. —Creo que esto es tuyo. La dueña me ha dicho que era de alguien que tenía mucha prisa... —añadió, y balanceó su cabeza hacía un lado; aparentemente no había nadie más con más prisas que ella.
Tras ser atendidas un par de personas que se encontraba delante suyo, llegó al fin su turno, sacando el dinero exacto que ya había apartado de las demás monedas para motorizar su tiempo; tal vez, aún con mucha suerte, la encuentre caminando por las calles de Hogsmeade.
Al realizar su compra, se apartó hacia la derecha dejando un espacio suficiente para que la siguiente clienta fuera atendida. En ese justo momento, al esconder la mirada en su bolsa para guardar su monedero, su mirada quedó interceptada por un objeto similar al objeto que estaba guardando en la esquina del mostrador.
Cerró su entrecejo y miró hacia los lados, a la espera de que alguien reclamase dicho objeto, pero parecían estar todos ocupados centrándose en las delicias mostradas en los expositores, ninguno parecía tener cara de haber perdido algo. Volvió a extrañarse y buscó la oportunidad de preguntar a la mujer que no hacía más que abrir y cerrar su caja registradora.
—Perdone. —se excusó segundos antes de preguntar— Alguien se ha dejado el monedero aquí. ¿Sabe de quién... podría ser? —al realizar la pregunta, la señora miró fugazmente a la castaña, afirmando seguidamente mientras volvía a centrarse en la caja. —Creo que es de una chica rubia con prisas... —contestó la mujer, provocando que Astoria mirase con más atención el monedero. —Se lo puedo guardar y dár... —pero Astoria no dejó que acabase su frase, cortándola y anticipándose ella en ayudar a devolvérselo. —No se preocupe, conozco a esa chica. —y antes de proseguir, pensó rápidamente e intercambió algunos datos falsos para dar credibilidad a sus palabras. —Le he dicho muchas veces que no pierde la cabeza por está sujetada a su cuello... Espero que no se haya olvidado que hoy hemos quedado en la tienda de Artículos de broma... —sonrió tan fugazmente como la mirada que la había echado la señora al principio. Dicho lo cual, la dueña miró de nuevo a la Ravenclaw y sonrió ampliamente; señal evidente de que su trola había colado. —Esta juventud... —contestó, concentrada de nuevo en la clientela.
Astoría se despidió rápidamente tras oír eso, y se apartó aún más para inmiscuir en el monedero. Actuó de la manera más corriente y usual, abriendo y mirando el objeto por dentro como si fuera el suyo propio. Observó detalladamente las fotos, donde estás se movían; se apreciaban fotos de sus amigas, de algún chico, de algún familiar... Todo parecía normal, tal vez faltaba algo de ánimo pero las fotos no daban más información de la que podían dar. Cogió el colgante y apreció el reloj que colgaba de él, lo miró detalladamente y buscó si había algún grabado; pero todo estaba en su perfecto estado. Aparentemente no había nada fuera de lo común; era un monedero de lo más normal.
Chasqueó la lengua contra el paladar y cerró el monedero, al mismo tiempo empezó a acelerar su paso, dirigiéndose a la salida mientras intentaba guardarlo en su bolsa. Pero justamente, en ese instante, su cuerpo tambaleó unos segundos al ser impactado contra otro que llevaba más velocidad. En ese instante, Astoria no podía ser más afortunada. Atónita por unos segundos, se arregló la ropa torpemente con la mano que tenía libre y aceptó sus disculpas con una leve sonrisa. —La culpa ha sido mía, no he mirado por donde iba —contestó, aún con su monedero en mano a la espera de ser devuelto a su dueña. Y, antes de que Arabeth volviera a poner en marcha sus piernas para caminar, Astoria tendió su monedero ante la mirada de la Slytherin. —Creo que esto es tuyo. La dueña me ha dicho que era de alguien que tenía mucha prisa... —añadió, y balanceó su cabeza hacía un lado; aparentemente no había nadie más con más prisas que ella.
Astoria R. Malfoy*- Mensajes : 44
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Fecha de inscripción : 17/03/2013
Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
A la rubia no se le escapaba un factor muy importante presente en la situación en la que se encontraba; tenía justo delante a la chica a la que llevaba queriendo encontrarse desde hacía ya varias semanas, además el momento podía haber sido más positivo; causal, normal, cotidiano; perfecto para investigar qué era lo que Astoria quería de la rubia. El extraño acercamiento que había tenido lugar entre las dos había alertado a Arabeth no desde el principio, pero si algo poco tiempo, ¿con que intenciones se acercaría una chica con sangre Weasley, una maga defensora de los muggles a una Nott purista después de seis años de convivencia? Arabeth no lo sabía, pero se negaba a pensar que quisiera iniciar una amistad. No obstante, encontrar el monedero que había decidido huir de ella era un asunto algo más primordial en esos momentos, por lo que tenía que dejar escapar dicha oportunidad.
O eso creía ella.
Arabeth miró con curiosidad a la Ravenclaw cuando ésta le mostró la cartera que había ido a buscar, parpadeó durante unos segundos para luego dirigirle una disimulada mirada al objeto, intentando descubrir a simple vista si éste había sido abierto o registrado, pero no había ninguna señal que le pudiera afirmar o negar dicho hecho, por lo que volvió a mirar a la chica, sonriéndole con sinceridad—Sí, es mío, iba con prisa y no hacía más que pensar en los caramelos que había comprado y en el curso que viene, soy un poco distraída… gracias—explico mientras se encogía de hombros, al notar cómo estaban cortando el paso de los clientes que iban a acceder y a dejar la tienda, dio un par de pasos hacia la derecha para poder así colocarse en un lateral, y no molestar a nadie. Notó como estaba empezando a formarse un silencio algo incómodo, ¿estaba establecido como debías comportarte con esa persona que es tu objetivo, esa persona de la que no te fias y por tanto, pretendes analizar? lo dudaba mucho. Se mordió el interior de las mejillas y, harta de tanta indecisión y duda, decidió pasar a la acción.
—Oye—llamó, para luego buscar su mirada—¿tienes algo que hacer ahora mismo? he quedado dentro de un par de horas en Las tres escobas con mi familia, y no sé muy bien que hacer hasta entonces, tenía pensando ir a una tienda la que necesita ir, por eso salí corriendo, pero resuelta que hoy cierran—explicó, no estaba mintiendo del todo, tan sólo alterado un poco la verdad, escondiendo y cambiando pequeños detalles—Podemos ir a tomar algo… tal vez un helado para celebrar que no he perdido el monedero, que mis padres no me van a castigar por eso, yo invito, te lo debo después de todo, ¿qué dices?—ofreció intentando no mostrar demasiada emoción dentro de sus palabras, pero tampoco una extrema indiferencia, después de todo Arabeth sabía que no eran amigas, probablemente su relación ni siquiera podría denominarse como algo más de 'compañeras de clase' por lo que intentó actuar con naturalidad, mostrar una acción normal a fin de cuentas; simplemente la intención de cumplir una deuda, un favor a cambio de otro pequeño favor.
Era consciente de que tal vez la idea de que Astoria tramaba algo eran tan sólo imaginaciones suyas, sabía que cabía la posibilidad de que estuviera siendo demasiado paranoica, pero, no obstante no podía quedarse quieta ante la duda.
La volvió a mirar distraidamente, esperando su respuesta, mientras se preguntaba en sus interiores quién era el gato, y quién el ratón en ésta situación, y por supuesto, quien acabaría siendo cazado.
O eso creía ella.
Arabeth miró con curiosidad a la Ravenclaw cuando ésta le mostró la cartera que había ido a buscar, parpadeó durante unos segundos para luego dirigirle una disimulada mirada al objeto, intentando descubrir a simple vista si éste había sido abierto o registrado, pero no había ninguna señal que le pudiera afirmar o negar dicho hecho, por lo que volvió a mirar a la chica, sonriéndole con sinceridad—Sí, es mío, iba con prisa y no hacía más que pensar en los caramelos que había comprado y en el curso que viene, soy un poco distraída… gracias—explico mientras se encogía de hombros, al notar cómo estaban cortando el paso de los clientes que iban a acceder y a dejar la tienda, dio un par de pasos hacia la derecha para poder así colocarse en un lateral, y no molestar a nadie. Notó como estaba empezando a formarse un silencio algo incómodo, ¿estaba establecido como debías comportarte con esa persona que es tu objetivo, esa persona de la que no te fias y por tanto, pretendes analizar? lo dudaba mucho. Se mordió el interior de las mejillas y, harta de tanta indecisión y duda, decidió pasar a la acción.
—Oye—llamó, para luego buscar su mirada—¿tienes algo que hacer ahora mismo? he quedado dentro de un par de horas en Las tres escobas con mi familia, y no sé muy bien que hacer hasta entonces, tenía pensando ir a una tienda la que necesita ir, por eso salí corriendo, pero resuelta que hoy cierran—explicó, no estaba mintiendo del todo, tan sólo alterado un poco la verdad, escondiendo y cambiando pequeños detalles—Podemos ir a tomar algo… tal vez un helado para celebrar que no he perdido el monedero, que mis padres no me van a castigar por eso, yo invito, te lo debo después de todo, ¿qué dices?—ofreció intentando no mostrar demasiada emoción dentro de sus palabras, pero tampoco una extrema indiferencia, después de todo Arabeth sabía que no eran amigas, probablemente su relación ni siquiera podría denominarse como algo más de 'compañeras de clase' por lo que intentó actuar con naturalidad, mostrar una acción normal a fin de cuentas; simplemente la intención de cumplir una deuda, un favor a cambio de otro pequeño favor.
Era consciente de que tal vez la idea de que Astoria tramaba algo eran tan sólo imaginaciones suyas, sabía que cabía la posibilidad de que estuviera siendo demasiado paranoica, pero, no obstante no podía quedarse quieta ante la duda.
La volvió a mirar distraidamente, esperando su respuesta, mientras se preguntaba en sus interiores quién era el gato, y quién el ratón en ésta situación, y por supuesto, quien acabaría siendo cazado.
Arabeth E. Nott*- Slytherin!
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Fecha de inscripción : 17/03/2013
Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
Interceptó rauda la mirada que la Slytherin echó a su monedero cuando éste se encontraba aún en su mano. Rápidamente, su mente empezó a recrear de nuevas frases en caso de que la rubia quisiera entrar en detalles, y preguntar cómo había deducido que era suyo con una breve descripción de la dueña. Si bien cierto que con esa descripción tan breve no se podía deducir claramente que era ella, así que optó por contar un medio-verdad con un tono distinto al que solía utilizar a la hora de contar verdades.
—Tranquila —se apresuró a decir con una leve sonrisa y un movimiento de dejadez que realizó con la mano con delicadeza— No te he robado ni un sólo Sickle, sólo lo he abierto para comprobar que mis deducciones eran correctas. —contestó con una sonrisa un tanto más abierta pero indudablemente era forzada. No sólo a Astoria le costaba sonreír delante de Arabeth, sino que además le costaba sonreír porque ella misma se creía que no sabía hacerlo. Pero se trataba de dar credibilidad, y una sonrisa siempre ayuda a reforzar las palabras.
Ante el leve "gracias" que soltó la Slytherin, Astoria sintió que no merecía esa palabra de ella. Más que nada, porque no lo había hecho con el motivo principal de devolvérselo, sino de inmiscuir en su vida privada, algo que Astoria no estáaba hecha para hacer ese tipo de cosas; pero su misión era esa. —No tienes por qué dármelas, tú hubieras hecho lo mismo. —dijo, arriesgándose con esas últimas palabras como toque final a su frase.
El duro silencio que se avecinó después, hizo incomodar a Astoria; si bien podría irse con una excusa tonta y esperar de nuevo a otra oportunidad para saber más de ella, pero tampoco podía arriesgarse tanto. Su estilo no es interesarse por la vida de las personas que no están en su círculo, pero el hecho de tenerlo que hacer por el bien común... era algo que le sobrepasaba. Y, en esta ocasión, la estaba superando.
Afortunadamente, la chica rubia rompió el silencio ofreciéndole ir a tomar algo en agradecimiento por haberle dado el monedero. Y por un instante, sólo un instante, su ceño se cerró y su mente se accionó de nuevo; lo poco que sabía de Arabeth le había dado a entender que no era una chica que diera agradecimientos de este estilo. Aparentemente la veía muy dura, estricta... Estaba siendo demasiado fácil acercarse a ella, puesto que si decía que sí, tendría una grandísima oportunidad de conocerla más y saber más de ella; algo que necesitaba porque de eso trataba su plan. Pero su radar de encontrarse en peligro ya se había activado y tenía que actuar con cautela.
—¡Claro, me encantará! —dijo aparentemente emocionada, forzando su sentimiento para esconder su temor. —Pero ando escasa de tiempo, tendría que ser un helado pequeño de unos treinta minutos... —añadió, sin decir más datos puesto que no lo veía necesario. Era cierto que tenía cosas que hacer como comprarse una nueva túnica, pero tampoco debía hacerlo precisamente hoy y precisamente en ese instante, pero demostrar que estaba totalmente disponible e interés en estar con ella, podría hacerla sospechar. Prefería los pasos pequeños a no tener nada.
—Pero me apetece que me invites a un helado con sabor a lima y menta. —contestó, sonriendo forzando aún más la sonrisa y mostrando un poco los dientes, y en ese instante, esquivando la mirada de Arabeth, buscó en la tienda el apartado de helados. —¿Qué helado te apetece invitarte a ti misma? —preguntó, volviendo a sacar esa sonrisa abierta y despreocupada, pero atenta en todo momento de sus movimientos.
—Tranquila —se apresuró a decir con una leve sonrisa y un movimiento de dejadez que realizó con la mano con delicadeza— No te he robado ni un sólo Sickle, sólo lo he abierto para comprobar que mis deducciones eran correctas. —contestó con una sonrisa un tanto más abierta pero indudablemente era forzada. No sólo a Astoria le costaba sonreír delante de Arabeth, sino que además le costaba sonreír porque ella misma se creía que no sabía hacerlo. Pero se trataba de dar credibilidad, y una sonrisa siempre ayuda a reforzar las palabras.
Ante el leve "gracias" que soltó la Slytherin, Astoria sintió que no merecía esa palabra de ella. Más que nada, porque no lo había hecho con el motivo principal de devolvérselo, sino de inmiscuir en su vida privada, algo que Astoria no estáaba hecha para hacer ese tipo de cosas; pero su misión era esa. —No tienes por qué dármelas, tú hubieras hecho lo mismo. —dijo, arriesgándose con esas últimas palabras como toque final a su frase.
El duro silencio que se avecinó después, hizo incomodar a Astoria; si bien podría irse con una excusa tonta y esperar de nuevo a otra oportunidad para saber más de ella, pero tampoco podía arriesgarse tanto. Su estilo no es interesarse por la vida de las personas que no están en su círculo, pero el hecho de tenerlo que hacer por el bien común... era algo que le sobrepasaba. Y, en esta ocasión, la estaba superando.
Afortunadamente, la chica rubia rompió el silencio ofreciéndole ir a tomar algo en agradecimiento por haberle dado el monedero. Y por un instante, sólo un instante, su ceño se cerró y su mente se accionó de nuevo; lo poco que sabía de Arabeth le había dado a entender que no era una chica que diera agradecimientos de este estilo. Aparentemente la veía muy dura, estricta... Estaba siendo demasiado fácil acercarse a ella, puesto que si decía que sí, tendría una grandísima oportunidad de conocerla más y saber más de ella; algo que necesitaba porque de eso trataba su plan. Pero su radar de encontrarse en peligro ya se había activado y tenía que actuar con cautela.
—¡Claro, me encantará! —dijo aparentemente emocionada, forzando su sentimiento para esconder su temor. —Pero ando escasa de tiempo, tendría que ser un helado pequeño de unos treinta minutos... —añadió, sin decir más datos puesto que no lo veía necesario. Era cierto que tenía cosas que hacer como comprarse una nueva túnica, pero tampoco debía hacerlo precisamente hoy y precisamente en ese instante, pero demostrar que estaba totalmente disponible e interés en estar con ella, podría hacerla sospechar. Prefería los pasos pequeños a no tener nada.
—Pero me apetece que me invites a un helado con sabor a lima y menta. —contestó, sonriendo forzando aún más la sonrisa y mostrando un poco los dientes, y en ese instante, esquivando la mirada de Arabeth, buscó en la tienda el apartado de helados. —¿Qué helado te apetece invitarte a ti misma? —preguntó, volviendo a sacar esa sonrisa abierta y despreocupada, pero atenta en todo momento de sus movimientos.
Astoria R. Malfoy*- Mensajes : 44
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Fecha de inscripción : 17/03/2013
Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
Esperó con paciencia la respuesta de la castaña, intentando contener las ganas de juguetear con los dedos, ya que con toda probabilidad esa acción le haría pensar a Astoria que se encontraba nerviosa, inquieta, o cualquier sentimiento no adecuado para el momento. Asintió con la cabeza ante la explicación que la chica le había dado con su monedero, haciéndole así ver que le creía; restándole importancia, pero apuntándoselo dentro de su memoria para poder analizar la rapidez de sus explicaciones cuando estuviese sola en tranquilidad. Ante su respuesta los labios de Arabeth se curvaron, pero no llegaron a mostrar los dientes; una sonrisa educada, condescendiente.
—Claro, será suficiente, si durase más tiempo luego me iría con prisas y volvería a dejarme algo olvidado—explicó mostrando mostrando seguridad, dirigió la mirada hacia donde Astoria la había posado, no se le escapó como rehuyó su mirada y las breves y efímeras sonrisas que mostraba, sintió deseos de preguntarle la razón, pero se mordió la lengua para contenerse, no era ni el momento ni el lugar adecuado; mostraría demasiado interés, demasiada curiosidad, cosa que en su situación, no le convenía. Evaluó durante unos segundos su pregunta, decidiéndose al final por probar una mezcla nueva para ella—Yo creo que de coco… y… melón—finalizó para luego empezar a dar un par de pasos hacia la salida, tras eso se giró para asegurarse de que la chica le seguía—Conozco una heladería cercana en la que todo está muy bueno… los dependientes también son guapos—informó para luego seguir caminando asegurándose de que la chica le seguía.
Miró al cielo algo distraída, pensando como tantear la situación; no podía lanzarse al cuello, la serpiente sabía a la perfección que jugar con un águila no era buena idea, y menos con el ave de apellido Malfoy que tenía a su lado, debía de ser precavida si no quería ser descubierta, por lo que decidió tocar un tema de poca profundidad y del que no había que ser muy avispado para darse cuenta de que interesaría a la chica; los estudios, los libros, extásis, séptimo curso. Dirigió su mirada Astoria.
—¿Tienes ya los libros para este curso?, parecen interesantes… aunque también son muy parecidos a ladrillos, especialmente el de adivinación, que no entiendo para que necesita tantas páginas siendo una asignatura tan… poco lógica… y tan poco teórica también y tan… rayos, odio adivinación—caviló, siendo consciente de que probablemente la chica que tenía al lado ya se hubiese leído o hojeado gran parte de ellos. De repente giró y señaló con la mirada la heladería que le había comentado a penas unos segundos antes, aceleró el camino hasta llegar a la misma, una vez allí se acercó al encargado principal del local, el cual tenía una amistad medianamente profunda con su familia.
Por eso cuando el hombre le preguntó si la chica que la acompañaba era amiga suya, sintió deseos de tirarle un cucurucho congelado a la cabeza. No se permitió demostrar duda, ya que cuanto más pensara su respuesta más incómoda sería la situación, por lo que respondió con rapidez.
—Es una compañera de curso—explicó, mostrándole una sonrisa y cambiando de tema con rapidez, para evitar profundizar en el anterior—Ella va a querer uno de lima y menta, y yo otro de coco y melón—explicó mientras preparaba el dinero necesario, ya que ya había hecho las cuentas de lo que necesitaría con anterioridad, una vez que el importe fue recogido, el hombre las dirigió hacia una mesa que estaba libre.
Arabeth, mientras tanto, empezó a plantearse como conseguiría a sacar temas de conversación que realmente le otorgasen algún tipo de beneficio sin que el intelecto de la Ravenclaw se alertara. Contuvo un suspiro; Astoria Malfoy era un pequeño incordio muy difícil de tratar.
—Claro, será suficiente, si durase más tiempo luego me iría con prisas y volvería a dejarme algo olvidado—explicó mostrando mostrando seguridad, dirigió la mirada hacia donde Astoria la había posado, no se le escapó como rehuyó su mirada y las breves y efímeras sonrisas que mostraba, sintió deseos de preguntarle la razón, pero se mordió la lengua para contenerse, no era ni el momento ni el lugar adecuado; mostraría demasiado interés, demasiada curiosidad, cosa que en su situación, no le convenía. Evaluó durante unos segundos su pregunta, decidiéndose al final por probar una mezcla nueva para ella—Yo creo que de coco… y… melón—finalizó para luego empezar a dar un par de pasos hacia la salida, tras eso se giró para asegurarse de que la chica le seguía—Conozco una heladería cercana en la que todo está muy bueno… los dependientes también son guapos—informó para luego seguir caminando asegurándose de que la chica le seguía.
Miró al cielo algo distraída, pensando como tantear la situación; no podía lanzarse al cuello, la serpiente sabía a la perfección que jugar con un águila no era buena idea, y menos con el ave de apellido Malfoy que tenía a su lado, debía de ser precavida si no quería ser descubierta, por lo que decidió tocar un tema de poca profundidad y del que no había que ser muy avispado para darse cuenta de que interesaría a la chica; los estudios, los libros, extásis, séptimo curso. Dirigió su mirada Astoria.
—¿Tienes ya los libros para este curso?, parecen interesantes… aunque también son muy parecidos a ladrillos, especialmente el de adivinación, que no entiendo para que necesita tantas páginas siendo una asignatura tan… poco lógica… y tan poco teórica también y tan… rayos, odio adivinación—caviló, siendo consciente de que probablemente la chica que tenía al lado ya se hubiese leído o hojeado gran parte de ellos. De repente giró y señaló con la mirada la heladería que le había comentado a penas unos segundos antes, aceleró el camino hasta llegar a la misma, una vez allí se acercó al encargado principal del local, el cual tenía una amistad medianamente profunda con su familia.
Por eso cuando el hombre le preguntó si la chica que la acompañaba era amiga suya, sintió deseos de tirarle un cucurucho congelado a la cabeza. No se permitió demostrar duda, ya que cuanto más pensara su respuesta más incómoda sería la situación, por lo que respondió con rapidez.
—Es una compañera de curso—explicó, mostrándole una sonrisa y cambiando de tema con rapidez, para evitar profundizar en el anterior—Ella va a querer uno de lima y menta, y yo otro de coco y melón—explicó mientras preparaba el dinero necesario, ya que ya había hecho las cuentas de lo que necesitaría con anterioridad, una vez que el importe fue recogido, el hombre las dirigió hacia una mesa que estaba libre.
Arabeth, mientras tanto, empezó a plantearse como conseguiría a sacar temas de conversación que realmente le otorgasen algún tipo de beneficio sin que el intelecto de la Ravenclaw se alertara. Contuvo un suspiro; Astoria Malfoy era un pequeño incordio muy difícil de tratar.
Arabeth E. Nott*- Slytherin!
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Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
Su mirada aún seguía dispersa por la tienda segundos antes de que Arabeth diera su contestación. En ese preciso momento, la volvió a llevar hacia la Slytherin con más seguridad que nunca; había provechado ese momento para crecerse y aumentar su seguridad gracias a la valentía que tenía que depender en ese momento. Sentirse frágil y débil era lo último que quería.
Sonrió levemente cuando mencionó que conocía una heladería con dependientes guapos; Astoria no era de pensar en chicos ni comentar los físicos de aquellos que se encontraba en el camino, pero tenía que admitir que el comentario le había hecho gracia. Al menos Arabeth tenía algo de sentido del humor, algo que era positivo puesto que en el transcurso que todavía le quedaba por pasar con ella, sería un poco más ameno y ágil de lo que había imaginado. No será tan duro para la Ravenclaw...
—Pues vayámonos hacia allá. —dijo, procurando seguir el paso de Arabeth mientras callaba mirando el suelo repetidas veces y pensando en qué narices comentar para romper de nuevo ese incertidumbre silencio, ya que si ambas callaban quería decir que ambas pensaban, y no era muy recomendable dar a la Slytherin margen y tiempo para pensar... Pero una vez más, agradeció que fuera ella quien rompiera el silencio, y no se vio en peligro en absoluto cuando preguntó sobre los libros de este año. Sorprendentemente, bastante lo era para Astoria, a Arabeth tampoco le gustaba la adivinación, algo que la castaña compartía con ella puesto que no entienda tampoco el significado de la materia. Pero no podía llegar a creer que estaría de acuerdo en algo con Arabeth. —Tengo que admitir que opino lo mismo que tú... —dijo al principio, posando la mirada en el suelo mientras continuaba su paso. —¿Qué sentido tiene estudiar el universo y los astros? Es decir, esas cosas a mi no me dicen nada con exactitud... No me interesa saber qué significado tienen las estrellas ni por qué se mueven hacia un lado en vez de hacia el otro... El universo no me va a decir las respuesta de un examen de Aritmancia, pero mi mente sí. —finalizó su discurso justo antes de llegar a su destino, donde las dos entraron dispuestas a compartir ese helado tan esperado para las dos.
Pero su ceño se volvió a cerrar para sí al escuchar la contestación de Arabeth; una compañera. Eso quería decir que aún no había conseguido el título de amiga, y por ende aún no había confianza para que la Slytherin hablase más de ella. Al tener el helado en la mesa y estar sentadas en su correspondientes sillas, Astoria quiso esta vez sacar tema de conversación. De algún modo u otro tenía que ganar su confianza. —Entonces... ¿lo tienes todo preparado para el nuevo curso? Al menos los libros los tienes. —dijo, sacando una leve sonrisa que enseguida la escondió cuando se llevó un trozo de helado a su boca. En cambio su mirada estaba posada en la de ella, aprovechando la oportunidad de que se encontraban quietas y enfrente la una a la otra; no había mejor ocasión para estudiar su mirada.
Sonrió levemente cuando mencionó que conocía una heladería con dependientes guapos; Astoria no era de pensar en chicos ni comentar los físicos de aquellos que se encontraba en el camino, pero tenía que admitir que el comentario le había hecho gracia. Al menos Arabeth tenía algo de sentido del humor, algo que era positivo puesto que en el transcurso que todavía le quedaba por pasar con ella, sería un poco más ameno y ágil de lo que había imaginado. No será tan duro para la Ravenclaw...
—Pues vayámonos hacia allá. —dijo, procurando seguir el paso de Arabeth mientras callaba mirando el suelo repetidas veces y pensando en qué narices comentar para romper de nuevo ese incertidumbre silencio, ya que si ambas callaban quería decir que ambas pensaban, y no era muy recomendable dar a la Slytherin margen y tiempo para pensar... Pero una vez más, agradeció que fuera ella quien rompiera el silencio, y no se vio en peligro en absoluto cuando preguntó sobre los libros de este año. Sorprendentemente, bastante lo era para Astoria, a Arabeth tampoco le gustaba la adivinación, algo que la castaña compartía con ella puesto que no entienda tampoco el significado de la materia. Pero no podía llegar a creer que estaría de acuerdo en algo con Arabeth. —Tengo que admitir que opino lo mismo que tú... —dijo al principio, posando la mirada en el suelo mientras continuaba su paso. —¿Qué sentido tiene estudiar el universo y los astros? Es decir, esas cosas a mi no me dicen nada con exactitud... No me interesa saber qué significado tienen las estrellas ni por qué se mueven hacia un lado en vez de hacia el otro... El universo no me va a decir las respuesta de un examen de Aritmancia, pero mi mente sí. —finalizó su discurso justo antes de llegar a su destino, donde las dos entraron dispuestas a compartir ese helado tan esperado para las dos.
Pero su ceño se volvió a cerrar para sí al escuchar la contestación de Arabeth; una compañera. Eso quería decir que aún no había conseguido el título de amiga, y por ende aún no había confianza para que la Slytherin hablase más de ella. Al tener el helado en la mesa y estar sentadas en su correspondientes sillas, Astoria quiso esta vez sacar tema de conversación. De algún modo u otro tenía que ganar su confianza. —Entonces... ¿lo tienes todo preparado para el nuevo curso? Al menos los libros los tienes. —dijo, sacando una leve sonrisa que enseguida la escondió cuando se llevó un trozo de helado a su boca. En cambio su mirada estaba posada en la de ella, aprovechando la oportunidad de que se encontraban quietas y enfrente la una a la otra; no había mejor ocasión para estudiar su mirada.
Astoria R. Malfoy*- Mensajes : 44
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Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
Una vez que Arabeth se encontró sentada en la silla y con el esperado helado delante, lo observó durante unos momentos —cosa algo estúpida, ya que ni éste se iba a mover, ni iba a hablar ni nada por el estilo ni le iba a contar nada útil acerca de Astoria Rose Malfoy— ¿entonces qué estaba haciendo?, probablemente simplemente se había vuelto a distraer, por lo que tras volver a la realidad, se digno a probarlo. Lo saboreó durante unos instantes hasta finalmente darle el aprobado, una mezcla de sabores un tanto extraña, pero estaba bastante rico. Elevó la mirada al oír la voz de la chica que tenía delante, llegó a sorprenderse un poco al encontrar su mirada fija en la suya, pero no se amedrentó, se la sostuvo, intentando que esta no pareciera demasiado dura, que inspirase complicidad, como si esta fueran dos amigas que habían quedado para hablar de cómo les había ido el Verano.
Pero la relación entre la Slytherin y la Ravenclaw, definitivamente, no se podría denominar como una ‘amistad’.
—Sí, sólo me falta comprar las plumas, los pergaminos y los tinteros, pero siempre dejo eso para el final porque siempre acabo comprando de más—explicó mientras volvía a probar un poco de su helado, asintió con la cabeza, cada vez estaba más bueno, estiró un poco el helado con la mano hacia Astoria, Arabeth reconocía que no se podían destacar demasiados aspectos positivos con respecto a ella en el tema de humanidad y bondad, pero le gustaba pensar que sus padres habían pulido bastante bien el tema de su educación—¿Quieres probarlo?, está bastante bueno—aseguró mientras volvía a buscar la mirada de la chica.
La rubia estaba empezando a desesperarse un poco; no se consideraba una persona paciente, quería dirigir la conversación hacia otro tema que le otorgase más información, pero sabía cómo hacerlo de manera que la chica no se diera cuenta, se maldijo interiormente durante unos segundos al darse cuenta de que probablemente, al estar callada y mirándola sin decir nada podría lucir como un estudiante analizando un problema que debía resolver, por lo que apartó la mirada y miro hacia las personas que había a su alrededor, intentando disimular y buscando alguna manera de escapar, sacando un tema, por muy idiota que fuera.
Y definitivamente, cuando Arabeth hablaba sin pensar, las cosas no iban demasiado bien.
—Evitas sonreir, ¿por qué?—preguntó, o más bien las palabras se le escaparon sin que le fuera imposible controlarlas, en esta ocasión Arabeth se quiso lanzar el cucurucho congelado hacia sí misma, idiota—Perdón, eso es inmiscuirme en temas donde no me llaman, olvídalo—se disculpó para luego cambiar con rapidez de tema, intentando aprovechar lo que la chica le había dicho antes acerca de su odia hacia Adivinación para poder empezar con su plan—Comparto tu pensamiento acerca de las estrellas y los astros, yo también creo que todo es mucho más racional, pero… ¿crees que algunas cosas puedan estar destinadas o escritas en las estrellas?—preguntó, esperando que la chica no encontrara el doble sentido de sus palabras, a lo que quería hacer alusión, que no se diera cuenta que, indirectamente al hablar estaba pensando en tener un pensamiento purista, o a favor de los muggles dependiendo de la familia a la que pertenecieras y a tu educación—me explico, ¿crees que haya cosas que hayan existido siempre, y que por ende, abolan el poder de la racionalidad?—preguntó, mientras dentro de su mente, intentaba encontrar también una respuesta.
De repente, escuchó unas palabras provenientes de la mesa de al lado, ‘una chica Weasley y una Nott juntas, ¿qué estarán haciendo?’, Arabeth fingió no haber oído nada o no querer decir nada al respecto y volvió a catar otra vez su helado, esperando que Astoria si diera su opinión, después de todo, a partir de ahí también podría averiguar parte de sus pensamientos.
Pero la relación entre la Slytherin y la Ravenclaw, definitivamente, no se podría denominar como una ‘amistad’.
—Sí, sólo me falta comprar las plumas, los pergaminos y los tinteros, pero siempre dejo eso para el final porque siempre acabo comprando de más—explicó mientras volvía a probar un poco de su helado, asintió con la cabeza, cada vez estaba más bueno, estiró un poco el helado con la mano hacia Astoria, Arabeth reconocía que no se podían destacar demasiados aspectos positivos con respecto a ella en el tema de humanidad y bondad, pero le gustaba pensar que sus padres habían pulido bastante bien el tema de su educación—¿Quieres probarlo?, está bastante bueno—aseguró mientras volvía a buscar la mirada de la chica.
La rubia estaba empezando a desesperarse un poco; no se consideraba una persona paciente, quería dirigir la conversación hacia otro tema que le otorgase más información, pero sabía cómo hacerlo de manera que la chica no se diera cuenta, se maldijo interiormente durante unos segundos al darse cuenta de que probablemente, al estar callada y mirándola sin decir nada podría lucir como un estudiante analizando un problema que debía resolver, por lo que apartó la mirada y miro hacia las personas que había a su alrededor, intentando disimular y buscando alguna manera de escapar, sacando un tema, por muy idiota que fuera.
Y definitivamente, cuando Arabeth hablaba sin pensar, las cosas no iban demasiado bien.
—Evitas sonreir, ¿por qué?—preguntó, o más bien las palabras se le escaparon sin que le fuera imposible controlarlas, en esta ocasión Arabeth se quiso lanzar el cucurucho congelado hacia sí misma, idiota—Perdón, eso es inmiscuirme en temas donde no me llaman, olvídalo—se disculpó para luego cambiar con rapidez de tema, intentando aprovechar lo que la chica le había dicho antes acerca de su odia hacia Adivinación para poder empezar con su plan—Comparto tu pensamiento acerca de las estrellas y los astros, yo también creo que todo es mucho más racional, pero… ¿crees que algunas cosas puedan estar destinadas o escritas en las estrellas?—preguntó, esperando que la chica no encontrara el doble sentido de sus palabras, a lo que quería hacer alusión, que no se diera cuenta que, indirectamente al hablar estaba pensando en tener un pensamiento purista, o a favor de los muggles dependiendo de la familia a la que pertenecieras y a tu educación—me explico, ¿crees que haya cosas que hayan existido siempre, y que por ende, abolan el poder de la racionalidad?—preguntó, mientras dentro de su mente, intentaba encontrar también una respuesta.
De repente, escuchó unas palabras provenientes de la mesa de al lado, ‘una chica Weasley y una Nott juntas, ¿qué estarán haciendo?’, Arabeth fingió no haber oído nada o no querer decir nada al respecto y volvió a catar otra vez su helado, esperando que Astoria si diera su opinión, después de todo, a partir de ahí también podría averiguar parte de sus pensamientos.
Arabeth E. Nott*- Slytherin!
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Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
Débilmente observó como la dura Slytherin dejaba una mirada casi, se podía denominar, perdida en su helado; ¿qué pensamientos pudieron pasar en su mente en ese momento? Y lo que más la intrigaba a Astoria; esos pensamientos ¿tenían su nombre y apellidos?
Tenía que admitir que la situación de estar con Arabeth, independientemente de la casa que era, le estaba resultando más complicado de lo que ella había imaginado en un principio. No sólo tenía que preocuparse de ocultar sus propios secretos e intenciones, sino que además tenía que interferir en la vida de Arabeth de algún modo para enterarse de los suyos. Sin contar, que tenía que disimular perfectamente el estudio que estaba realizando su mirada verdosa a los pequeños movimientos que hacía su víctima, y sobretodo a las palabras que ésta decía.
—Entiendo... —dijo al principio, asintiendo con la cabeza mientras se llevaba otro trozo de helado. —Yo por lo contrario siempre llevo encima la tinta y los pergaminos... Les doy mucha utilidad. Supongo que por eso nunca voy escasa de material... — informó, sin explicarse todavía por qué había hablado tanto cuando Arabeth ni siquiera le había preguntado... Esto no quería decir que hubiera hablado sin pensar; no. Meticulosamente había escogido todas las palabras de su discurso, pero aún no entendía por qué lo hizo si no tenía obligación de hacerlo. Lo que le dio a pensar, que lo hizo porque en ese momento quería hacerlo. Algo, que sin duda, no tenía que volver a repetirse puesto que no debe hacer lo que quiere, sino actuar en base a lo que tiene que conseguir de Arabeth.
Pero su sorpresa aún se acrecentó más cuando su compañía le ofreció de su helado... Por un momento no supo qué decir; en cualquier situación, estando con cualquiera, hubiera aceptado sin ni siquiera pensar en la respuesta. Pero con Arabeth todo tenía que ser antes premeditado. No obstante, aunque la situación le pareciera un tanto incómoda, accedió, afirmando con la cabeza antes de dejar que Arabeth la alimentase.
Probó el helado, llevándolo hacia arriba del paladar, y se mordió el labio en consecuencia de haber sido manchado al comer. —Vaya... ¡está muy bueno! Me pediré este la próxima vez que vaya a tomar helado. —dijo, volviendo a catar el suyo propio mientras dejaba la mirada en la suya; no había vuelto a sonreír desde la última vez. Algo tópico en ella.
En ese transcurso que duró el silencio, Arabeth contemplaba el local y observaba a la gente pasar; pareciendo dispersa y entretenida en el entorno. Lo que no llegaba a imaginar Arabeth, es que en ese instante Astoria estaba recordando el momento en que dijeron el nombre de su víctima. Lo cual, ayudó en cierto modo a volver a centrarse en su plan y no dejar ningún tipo de debilidad.
Pero al escuchar esas palabras sobre su capacidad de sonreír, Astoria volvió en sí, como si en ese momento la hubieran despertado con una luz cegadora. ¿Evitar sonreír? ¿Arabeth le había preguntado por qué evitaba sonreír? Ninguna mueca de ánimo fue expresada en su rostro, todo lo contrario; se quedó quieta en el asiento intentando comprender el motivo de esa pregunta. Es cierto que Astoria no sonreía, pero tampoco lo hacía la persona que tenía ahora delante. Tal vez su pregunta se veía enlazada a la propia persona, es decir, a Arabeth. Puede que sea ella quien necesite la respuesta y la busca en Astoria puesto que ella tampoco sonríe.
De todas formas, aunque la pregunta le fuera tentadora para responder en ese mismo instante, dejó que se disculpase y prosiguiera hablando, dejando una sonrisa curvada en sus labios mientras continuaba con su helado y miraba con más atención a Arabeth.
Pero a medida que más hablaba ella, más confusa se empezaba sentir Astoria. Algo no iba bien, o algo estaba yendo por otro camino. Se sentía manipulada en cierta manera al ver que la conversación estaba tomando un rumbo que nunca antes habían tomando. Era cierto que no habían tenido muchas oportunidades para hablar, pero ninguna de ellas le había dado la sensación de que estuviera todo estudiado, y esta en cambió, sí.
—La racionalidad abunda en las personas, no en aquello que no vive en la tierra.—contestó Astoria, con un tono agudo y fácilmente audible para cualquiera que estuviera alrededor.
—Pero sí creo que hay cosas que han existido siempre y que seguirán existiendo durante años, pero una de ellas no es el destino. No puedo creer en algo que tiene facilidad en jugármela. —dijo sin más, dejando su mirada en la suya un par de segundos antes de volver a comer de su helado.
Si el mensaje subliminal manchase la cara de aquel que lo utiliza, Astoria ya tendría su rostro manchado de negro.
—Evito sonreír porque no sé sonreír. —contestó, manteniendo su mirada esta vez agachada y puesta en su helado, sin atreverse a levantarla hacia ella por miedo de que la estudiase. —Pero lo mismo podría preguntarte a ti.... —añadió, alzando poco a poco la mirada hasta dejarla en su rostro, sin fijarlo en ningún punto, temerosa de que en este momento pasase a ser la víctima de Arabeth.
Escuchó las voces que hablaban de ellas dos, pero en ese momento quería centrar toda su atención en la Slytherin. Poco importaba lo que los demás pensasen; ellos no sabían por qué una Ravenclaw estaba delante de una serpiente.
Tenía que admitir que la situación de estar con Arabeth, independientemente de la casa que era, le estaba resultando más complicado de lo que ella había imaginado en un principio. No sólo tenía que preocuparse de ocultar sus propios secretos e intenciones, sino que además tenía que interferir en la vida de Arabeth de algún modo para enterarse de los suyos. Sin contar, que tenía que disimular perfectamente el estudio que estaba realizando su mirada verdosa a los pequeños movimientos que hacía su víctima, y sobretodo a las palabras que ésta decía.
—Entiendo... —dijo al principio, asintiendo con la cabeza mientras se llevaba otro trozo de helado. —Yo por lo contrario siempre llevo encima la tinta y los pergaminos... Les doy mucha utilidad. Supongo que por eso nunca voy escasa de material... — informó, sin explicarse todavía por qué había hablado tanto cuando Arabeth ni siquiera le había preguntado... Esto no quería decir que hubiera hablado sin pensar; no. Meticulosamente había escogido todas las palabras de su discurso, pero aún no entendía por qué lo hizo si no tenía obligación de hacerlo. Lo que le dio a pensar, que lo hizo porque en ese momento quería hacerlo. Algo, que sin duda, no tenía que volver a repetirse puesto que no debe hacer lo que quiere, sino actuar en base a lo que tiene que conseguir de Arabeth.
Pero su sorpresa aún se acrecentó más cuando su compañía le ofreció de su helado... Por un momento no supo qué decir; en cualquier situación, estando con cualquiera, hubiera aceptado sin ni siquiera pensar en la respuesta. Pero con Arabeth todo tenía que ser antes premeditado. No obstante, aunque la situación le pareciera un tanto incómoda, accedió, afirmando con la cabeza antes de dejar que Arabeth la alimentase.
Probó el helado, llevándolo hacia arriba del paladar, y se mordió el labio en consecuencia de haber sido manchado al comer. —Vaya... ¡está muy bueno! Me pediré este la próxima vez que vaya a tomar helado. —dijo, volviendo a catar el suyo propio mientras dejaba la mirada en la suya; no había vuelto a sonreír desde la última vez. Algo tópico en ella.
En ese transcurso que duró el silencio, Arabeth contemplaba el local y observaba a la gente pasar; pareciendo dispersa y entretenida en el entorno. Lo que no llegaba a imaginar Arabeth, es que en ese instante Astoria estaba recordando el momento en que dijeron el nombre de su víctima. Lo cual, ayudó en cierto modo a volver a centrarse en su plan y no dejar ningún tipo de debilidad.
Pero al escuchar esas palabras sobre su capacidad de sonreír, Astoria volvió en sí, como si en ese momento la hubieran despertado con una luz cegadora. ¿Evitar sonreír? ¿Arabeth le había preguntado por qué evitaba sonreír? Ninguna mueca de ánimo fue expresada en su rostro, todo lo contrario; se quedó quieta en el asiento intentando comprender el motivo de esa pregunta. Es cierto que Astoria no sonreía, pero tampoco lo hacía la persona que tenía ahora delante. Tal vez su pregunta se veía enlazada a la propia persona, es decir, a Arabeth. Puede que sea ella quien necesite la respuesta y la busca en Astoria puesto que ella tampoco sonríe.
De todas formas, aunque la pregunta le fuera tentadora para responder en ese mismo instante, dejó que se disculpase y prosiguiera hablando, dejando una sonrisa curvada en sus labios mientras continuaba con su helado y miraba con más atención a Arabeth.
Pero a medida que más hablaba ella, más confusa se empezaba sentir Astoria. Algo no iba bien, o algo estaba yendo por otro camino. Se sentía manipulada en cierta manera al ver que la conversación estaba tomando un rumbo que nunca antes habían tomando. Era cierto que no habían tenido muchas oportunidades para hablar, pero ninguna de ellas le había dado la sensación de que estuviera todo estudiado, y esta en cambió, sí.
—La racionalidad abunda en las personas, no en aquello que no vive en la tierra.—contestó Astoria, con un tono agudo y fácilmente audible para cualquiera que estuviera alrededor.
—Pero sí creo que hay cosas que han existido siempre y que seguirán existiendo durante años, pero una de ellas no es el destino. No puedo creer en algo que tiene facilidad en jugármela. —dijo sin más, dejando su mirada en la suya un par de segundos antes de volver a comer de su helado.
Si el mensaje subliminal manchase la cara de aquel que lo utiliza, Astoria ya tendría su rostro manchado de negro.
—Evito sonreír porque no sé sonreír. —contestó, manteniendo su mirada esta vez agachada y puesta en su helado, sin atreverse a levantarla hacia ella por miedo de que la estudiase. —Pero lo mismo podría preguntarte a ti.... —añadió, alzando poco a poco la mirada hasta dejarla en su rostro, sin fijarlo en ningún punto, temerosa de que en este momento pasase a ser la víctima de Arabeth.
Escuchó las voces que hablaban de ellas dos, pero en ese momento quería centrar toda su atención en la Slytherin. Poco importaba lo que los demás pensasen; ellos no sabían por qué una Ravenclaw estaba delante de una serpiente.
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Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
La chica asintió con la cabeza ante la explicación que le dio Astoria en cuanto a sus materiales escolares; lo veía lógica, encajaba con la personalidad que la Ravenclaw parecía tener organizada y trabajadora, siempre con pergamino encima como si fueran su propia varita, Arabeth se planteó que Astoria, tal vez, incluso cuando llegase a su casa apuntaría todo lo destacable de la conversación que estaban teniendo, la slytheirn deseó que no fuera así, ya que, eso, seguramente no le traería ningún tipo de beneficio. Sus labios se curvaron levemente al ver que a la chica le había gustado su helado.
—En esta heladería hay sabores muy extraños…, una vez vi uno con sabor a carne de caballo, y uno de ancas de rana, y otro de algo de escarabajo… no quise seguir leyendo lo que ponía—explicó, decidiendo que seguramente sería positivo relajar la situación con un comentario como ese… aunque no fuera una broma. La chica, teniendo que planificar cada uno de sus comentarios y movimientos, estaba empezando a sentirse como un robot, ella nunca se había dejado llevar especialmente por los impulsos como buena Slytherin, pero el control que estaba teniendo al encontrarse al lado de Astoria estaba superando los límites imaginables.
Justo cuando iba a volver a abrir la boca, Astoria se le adelantó y empezó a responder a todas las preguntas que le había hecho antes, por lo que apretó los labios con rapidez para no decir ni una sola palabra. La escuchó con atención, intentando sacar algo en claro de sus palabras; no creía en el destino, pero sí que había cosas que habían existido desde siempre, por lo que Arabeth pensó que con probabilidad Astoria creía en los prejuicios entre familias, pero su última frase le confundía, ¿no podía creer en algo que podría jugársela?, ¿se estaría refiriendo también a eso?, ¿no podía fiarse de los prejuicios porque éstos podían cambiar?. Arabeth deseó golpearse la cabeza contra la mesa, se estaba metiendo en un terreno demasiado pantanoso, y le estaba empezando a preocupar la posibilidad de hundirse; pero decidió arriesgarse ligeramente.
—Yo también creo que hay cosas que han existido cosas desde siempre y seguirá siendo así, pero que se pueden cambiar o modificar—explico, refiriéndose en realidad al tema de los puristas y los mugges, no es que la chica pensará eso, o no estaba del todo seguro, pero tan sólo quería confundir a la Ravenclaw, hacerla dudar de sus intenciones y pensamientos—por ejemplo, se sabe que va ha habido periodos de glaciación y que acabará habiendo otros, pero también hay procesos que los pueden retrasar—la chica continuó hablando para poner dicha situación como ejemplo; se había arriesgado ligeramente, pero tampoco quería tirarse a la piscina. Tanto su respuesta y su pregunta con respecto a las sonrisas hicieron que la posición de la Slytherin se volviera algo tensa, ya que no se esperaba una respuesta como aquella, más que nada porque no se había dado cuenta de su ausencia de sonrisas, probablemente como consecuencia del continuo análisis que estaba realizando, se removió algo incómodo, sin saber muy bien que decir durante unos momentos, finalmente, volvió a mirar a la chica.
—No sonrío demasiado porque me resulta extraño sonreírte a ti—respondió con sinceridad, aún siendo consciente de que su comentario no era precisamente el más agradable que sus labios habían pronunciado a lo largo del día—me cuesta mucho sonreírte, pero lo otro son imaginaciones tuyas, tú si sabes sonreír—reconoció, para luego evitar su mirada dirigiendo sus ojos a su helado, el cual llevaba un par de minutos sin catar. Frunció los labios al darse cuenta que el sol había tenido sus consecuencias sobre el alimento, y, fue justo en ese momento, en el que soltó el primer comentario no premeditado desde que se había encontrado con la castaña.
—¡Mi helado!—se quejó, mientras lo tocaba con una cucharita, dándose así cuenta de lo poco que le faltaba para convertirse en agua, apretó con fuerza los labios, para luego, empezar a tomar pequeños trozos del mismo, con algo de rapidez ya que la chica no quería manchar ni la mesa, ni su propia ropa.
—En esta heladería hay sabores muy extraños…, una vez vi uno con sabor a carne de caballo, y uno de ancas de rana, y otro de algo de escarabajo… no quise seguir leyendo lo que ponía—explicó, decidiendo que seguramente sería positivo relajar la situación con un comentario como ese… aunque no fuera una broma. La chica, teniendo que planificar cada uno de sus comentarios y movimientos, estaba empezando a sentirse como un robot, ella nunca se había dejado llevar especialmente por los impulsos como buena Slytherin, pero el control que estaba teniendo al encontrarse al lado de Astoria estaba superando los límites imaginables.
Justo cuando iba a volver a abrir la boca, Astoria se le adelantó y empezó a responder a todas las preguntas que le había hecho antes, por lo que apretó los labios con rapidez para no decir ni una sola palabra. La escuchó con atención, intentando sacar algo en claro de sus palabras; no creía en el destino, pero sí que había cosas que habían existido desde siempre, por lo que Arabeth pensó que con probabilidad Astoria creía en los prejuicios entre familias, pero su última frase le confundía, ¿no podía creer en algo que podría jugársela?, ¿se estaría refiriendo también a eso?, ¿no podía fiarse de los prejuicios porque éstos podían cambiar?. Arabeth deseó golpearse la cabeza contra la mesa, se estaba metiendo en un terreno demasiado pantanoso, y le estaba empezando a preocupar la posibilidad de hundirse; pero decidió arriesgarse ligeramente.
—Yo también creo que hay cosas que han existido cosas desde siempre y seguirá siendo así, pero que se pueden cambiar o modificar—explico, refiriéndose en realidad al tema de los puristas y los mugges, no es que la chica pensará eso, o no estaba del todo seguro, pero tan sólo quería confundir a la Ravenclaw, hacerla dudar de sus intenciones y pensamientos—por ejemplo, se sabe que va ha habido periodos de glaciación y que acabará habiendo otros, pero también hay procesos que los pueden retrasar—la chica continuó hablando para poner dicha situación como ejemplo; se había arriesgado ligeramente, pero tampoco quería tirarse a la piscina. Tanto su respuesta y su pregunta con respecto a las sonrisas hicieron que la posición de la Slytherin se volviera algo tensa, ya que no se esperaba una respuesta como aquella, más que nada porque no se había dado cuenta de su ausencia de sonrisas, probablemente como consecuencia del continuo análisis que estaba realizando, se removió algo incómodo, sin saber muy bien que decir durante unos momentos, finalmente, volvió a mirar a la chica.
—No sonrío demasiado porque me resulta extraño sonreírte a ti—respondió con sinceridad, aún siendo consciente de que su comentario no era precisamente el más agradable que sus labios habían pronunciado a lo largo del día—me cuesta mucho sonreírte, pero lo otro son imaginaciones tuyas, tú si sabes sonreír—reconoció, para luego evitar su mirada dirigiendo sus ojos a su helado, el cual llevaba un par de minutos sin catar. Frunció los labios al darse cuenta que el sol había tenido sus consecuencias sobre el alimento, y, fue justo en ese momento, en el que soltó el primer comentario no premeditado desde que se había encontrado con la castaña.
—¡Mi helado!—se quejó, mientras lo tocaba con una cucharita, dándose así cuenta de lo poco que le faltaba para convertirse en agua, apretó con fuerza los labios, para luego, empezar a tomar pequeños trozos del mismo, con algo de rapidez ya que la chica no quería manchar ni la mesa, ni su propia ropa.
Arabeth E. Nott*- Slytherin!
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Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
Astoria era conocedora por su no-sonrisa, algo que estaba dejando bastante evidente delante de Arabeth. Así que, una vez más, hizo honor a esa palabra cuando no quiso sonreír ante los ojos de la Slytherin al mencionar el tema de los helados. Simplemente alzó las comisuras levemente en una fracción de segundo, tan rápido como un leve parpadeo. No dio tiempo a que nadie lo viera... Con los años, Astoria había aprendido a no dejar visible su sonrisa. Era una profesional de las caras largas.
Pero de todas maneras, Astoria seguía pendiente de Arabeth; de sus palabras, de su entonación, de la forma que tenía de coger la cuchara... Todo estaba siendo estudiado por inercia, sin poderlo controlar siquiera. Era de suponer que encontrándose en peligro, sus sentidos estuvieran más sensibles que de costumbre para no perderse ni un sólo movimiento de su víctima.
Así pues, como buena persona que sabe escuchar, asintió con la cabeza un par de veces cuando Arabeth daba sus opiniones acerca del destino, aunque ahora el tema había pasado a ser tratado de glaciaciones. —Sí... supongo que todo es posible...— dijo con dudas, sin saber muy bien qué contestar puesto que la conversación había dado un giro de 180º. —Pero para cambiar las cosas, primero hay que estar seguro de que las quieres cambiar, no basta con decirlo. —añadió, empleando un tono más firme y seguro que el anterior. —Y lamentablemente mucha gente se queda en el intento... —puntualizó, terminando ya casi por completo su helado cuando se llevó a la boca otro trozo más, casi derretido.
Y por un instante, sólo por un instante, tuvo la intención de marcharse de ese lugar, de soltar una excusa e irse para esconderse en cualquier agujero. Por una extraña razón no aguantó con valor las últimas palabras de Arabeth acerca de su sonrisa... Todos aceptaban que la Ravenclaw no sonriese, todos sabían que su fuerte no era una preciosa y deslumbrante sonrisa, eran conocedores que no le gustaba sonreír y que no lo hacía porque se tachaba de torpe... ¿Por qué ha tenido que ser Arabeth la primera en romper sus esquemas? ¿Por qué ella ha tenido que decir que sí sabe sonreír? ¿Por qué ella si nunca la ha visto sonreír? Todo se estaba derrumbando; el muro de piedra que con tal delicadeza y esfuerzo había creado durante años, se estaba despedazando poco a poco en cuestión de minutos.
Su menté divagó un instante por sus recuerdos, dejando la mirada en la cuchara sin mover ni un ápice de su cuerpo; inmóvil. ¿Ahora qué debía decir? ¿Es recomendable hacer de oídos sordos a lo que había dicho Arabeth? ¿O dirigir la conversación por donde a ella le interesaría y librarse una vez más de dar explicaciones? La respuesta fue fácil sabiendo como era Astoria: es mejor la segunda opción.
—Me parece lógico. —rompió el silencio que se había creado entre las dos una vez que Arabeth gritó cuando vio su helado, haciendo que Astoria ni se inmutara en absoluto. —Quiero decir... No somos amigas, ni somos las mejores compañeras de clase que hay en Hogwarts. Yo no sé nada de ti. Tú no sabes nada de mí... Entiendo que no puedas sonreírme. —dijo sin más, apartando el helado, que apenas quedaba en el vaso, y miró con más atención a Arabeth, pero esta vez, cambiando su mirada; ahora había un poco más de brillo que antes. —Pero hemos comprobado que podemos divagar tomándonos un helado juntas. Y créeme, no a todos les puedo decir esto... —añadió, no sabia exactamente si lo había hecho un fin o porque realmente quería decirlo, pero se sintió mucho mejor cuando lo hizo.
Se tomó un momento para guardar silencio, dejando unos labios finos sin ser tachados aún de sonrisa, pero por extraño que pareciera, deseaba tener la oportunidad de sonreírla, de demostrarle lo torpe que era cuando lo hacía.
Pero de todas maneras, Astoria seguía pendiente de Arabeth; de sus palabras, de su entonación, de la forma que tenía de coger la cuchara... Todo estaba siendo estudiado por inercia, sin poderlo controlar siquiera. Era de suponer que encontrándose en peligro, sus sentidos estuvieran más sensibles que de costumbre para no perderse ni un sólo movimiento de su víctima.
Así pues, como buena persona que sabe escuchar, asintió con la cabeza un par de veces cuando Arabeth daba sus opiniones acerca del destino, aunque ahora el tema había pasado a ser tratado de glaciaciones. —Sí... supongo que todo es posible...— dijo con dudas, sin saber muy bien qué contestar puesto que la conversación había dado un giro de 180º. —Pero para cambiar las cosas, primero hay que estar seguro de que las quieres cambiar, no basta con decirlo. —añadió, empleando un tono más firme y seguro que el anterior. —Y lamentablemente mucha gente se queda en el intento... —puntualizó, terminando ya casi por completo su helado cuando se llevó a la boca otro trozo más, casi derretido.
Y por un instante, sólo por un instante, tuvo la intención de marcharse de ese lugar, de soltar una excusa e irse para esconderse en cualquier agujero. Por una extraña razón no aguantó con valor las últimas palabras de Arabeth acerca de su sonrisa... Todos aceptaban que la Ravenclaw no sonriese, todos sabían que su fuerte no era una preciosa y deslumbrante sonrisa, eran conocedores que no le gustaba sonreír y que no lo hacía porque se tachaba de torpe... ¿Por qué ha tenido que ser Arabeth la primera en romper sus esquemas? ¿Por qué ella ha tenido que decir que sí sabe sonreír? ¿Por qué ella si nunca la ha visto sonreír? Todo se estaba derrumbando; el muro de piedra que con tal delicadeza y esfuerzo había creado durante años, se estaba despedazando poco a poco en cuestión de minutos.
Su menté divagó un instante por sus recuerdos, dejando la mirada en la cuchara sin mover ni un ápice de su cuerpo; inmóvil. ¿Ahora qué debía decir? ¿Es recomendable hacer de oídos sordos a lo que había dicho Arabeth? ¿O dirigir la conversación por donde a ella le interesaría y librarse una vez más de dar explicaciones? La respuesta fue fácil sabiendo como era Astoria: es mejor la segunda opción.
—Me parece lógico. —rompió el silencio que se había creado entre las dos una vez que Arabeth gritó cuando vio su helado, haciendo que Astoria ni se inmutara en absoluto. —Quiero decir... No somos amigas, ni somos las mejores compañeras de clase que hay en Hogwarts. Yo no sé nada de ti. Tú no sabes nada de mí... Entiendo que no puedas sonreírme. —dijo sin más, apartando el helado, que apenas quedaba en el vaso, y miró con más atención a Arabeth, pero esta vez, cambiando su mirada; ahora había un poco más de brillo que antes. —Pero hemos comprobado que podemos divagar tomándonos un helado juntas. Y créeme, no a todos les puedo decir esto... —añadió, no sabia exactamente si lo había hecho un fin o porque realmente quería decirlo, pero se sintió mucho mejor cuando lo hizo.
Se tomó un momento para guardar silencio, dejando unos labios finos sin ser tachados aún de sonrisa, pero por extraño que pareciera, deseaba tener la oportunidad de sonreírla, de demostrarle lo torpe que era cuando lo hacía.
Astoria R. Malfoy*- Mensajes : 44
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Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
La respuesta que tuvo Astoria acerca del tema de las glaciaciones no había sido como la que Arabeth había esperado, y mucho menos había sido de su agrado. ¿Cómo demonios podía haber usado insconscientemente el argumento perfecto para poder paralizarla y desarmarla?, no lo sabía, pero, al haber estado tomando parte de su helado en el momento en el que escuchó dicho comentario, el atragantamiento fue imposible de evitar. Se maldijo a sí misma por cometer tal fallo y Astoria por ser inteligente incluso sin darse cuenta. Se llevo la mano a la boca para intentar simular que la tos que estaba saliendo de su boca había sido provocada por la comida ingerida, tras eso, parpadeó levemente para hacer desaparecer el agua que se había empezado a formar en sus lagrimales ante la incapacidad de poder respirar.
—Ya no sé ni comer—se quejó, para intentar evaporar posibles sospechas acerca de la pequeña duda existencial que sobrevolaba su cabeza, se mordió la lengua, idiota, cuánto menos pensara dicho tema, con más rapidez haría desaparecer pensamientos ilógicos de su cabeza, por lo que, para distraerse de lo que opinaba o dejaba de opinar, centró toda su atención en Astoria, aunque lo llevase haciendo ya todo el día. Frunció las cejas algo extrañada tanto por la reacción de la chica como por sus palabras, ¿por qué era tan reacia a sonreír?, le resultaba extraño teniendo en cuenta su carácter, podría ser seria y responsable, pero también parecía ser una persona alegre. No obstante, sin lugar a dudas, lo que más le extrañó fue la conclusión que sacó conforme a la conversación que estaban teniendo. Lo pensó durante unos instantes, ¿era cierto que estaban divagando, o hablando con tranquilidad?, ¿era algo real, o tan sólo fingido?, ella optaba por la segunda opción, aunque debía de reconocer que quitando el detalle de la constante tensión que sentía al tener que controlar cada uno de sus movimientos, no se sentía especialmente incómoda al lado de la Ravenclaw, se podría decir, que Astoria era una persona agradable al trato, ¿era eso, acaso, una señal de simpatía?, prefirió, nuevamente no pensar más en eso, simplemente le sonrió un poco.
—Supongo que tienes razón, lo normal sería que nos estuviésemos lanzando hechizos, y en cambio llegas a resultarme agradable, tal vez sea por haber salvado mi monedero, pero se puede decir que me lo pareces—explico con algo de seriedad, encogiéndose de hombros, convenciéndose a sí misma que dichas palabras las había dicho con intención de tirar de la cuerda y conseguir atraerla hacia ella, conseguir su confianza. La volvió a mirar durante unos instantes y apoyo los codos sobre la mesa, obviamente, no pensaba dejar el tema anterior sin mencionar—Mi madre siempre me dice que todas las sonrisas son bonitas porque demuestran felicidad, yo siempre le llevo la contraria diciéndole que eso no es verdad porque una sonrisa falsa, no es bonita—explicó para luego sonreír con fuerza, apretando los dientes de manera incluso mecánica y estudiada para poder demostrar así su moción—Pero yo creo que el objetivo o la importancia de las sonrisas no está en ser bonitas o no, no me preguntes cuál es entonces, porque no lo sé, pero siguiendo mi teoría, todo el mundo sabe sonreír, incluso tú—finalizó, no sabía bien porque había dicho todo eso; tal vez su espíritu curioso, necesitado de conocer la razón por la que Astoria nunca sonreía había sido el culpable, o puede que incluso, fuese otra mera estrategia más.
Arabeth deseó darle una patada a una de las patas de la mesa, su plan no funcionaba, lo único que estaba consiguiendo era confundirse aún más, no era capaz de descubrir lo que Astoria quería o no quería de ella, se estaba empezando a sentir manipulada y esto estaba empezando a repercutir en su estado de humor, lo notaba al darse cuenta que su escasa paciencia estaba empezando a agotarse.
—Pero siempre hay unas personas que quieren cambiar las cosas y otras que no quieren hacerlo, si un bando piensa que las cosas deben seguir su rumbo natural, y el otro que deben frenarlas, acabamos en la misma situación, ¿cómo se decide quién tiene razón y quién no?—preguntó, volviendo al tema que había dejado abandonado unos minutos atrás, nuevamente, para intentar camuflar un poco sus intereses volvió a intentar interesarse ligeramente por la vida de Astoria en un aspecto más estudiantil—¿Qué quieres hacer cuando dejes Hogwarts?—preguntó.
—Ya no sé ni comer—se quejó, para intentar evaporar posibles sospechas acerca de la pequeña duda existencial que sobrevolaba su cabeza, se mordió la lengua, idiota, cuánto menos pensara dicho tema, con más rapidez haría desaparecer pensamientos ilógicos de su cabeza, por lo que, para distraerse de lo que opinaba o dejaba de opinar, centró toda su atención en Astoria, aunque lo llevase haciendo ya todo el día. Frunció las cejas algo extrañada tanto por la reacción de la chica como por sus palabras, ¿por qué era tan reacia a sonreír?, le resultaba extraño teniendo en cuenta su carácter, podría ser seria y responsable, pero también parecía ser una persona alegre. No obstante, sin lugar a dudas, lo que más le extrañó fue la conclusión que sacó conforme a la conversación que estaban teniendo. Lo pensó durante unos instantes, ¿era cierto que estaban divagando, o hablando con tranquilidad?, ¿era algo real, o tan sólo fingido?, ella optaba por la segunda opción, aunque debía de reconocer que quitando el detalle de la constante tensión que sentía al tener que controlar cada uno de sus movimientos, no se sentía especialmente incómoda al lado de la Ravenclaw, se podría decir, que Astoria era una persona agradable al trato, ¿era eso, acaso, una señal de simpatía?, prefirió, nuevamente no pensar más en eso, simplemente le sonrió un poco.
—Supongo que tienes razón, lo normal sería que nos estuviésemos lanzando hechizos, y en cambio llegas a resultarme agradable, tal vez sea por haber salvado mi monedero, pero se puede decir que me lo pareces—explico con algo de seriedad, encogiéndose de hombros, convenciéndose a sí misma que dichas palabras las había dicho con intención de tirar de la cuerda y conseguir atraerla hacia ella, conseguir su confianza. La volvió a mirar durante unos instantes y apoyo los codos sobre la mesa, obviamente, no pensaba dejar el tema anterior sin mencionar—Mi madre siempre me dice que todas las sonrisas son bonitas porque demuestran felicidad, yo siempre le llevo la contraria diciéndole que eso no es verdad porque una sonrisa falsa, no es bonita—explicó para luego sonreír con fuerza, apretando los dientes de manera incluso mecánica y estudiada para poder demostrar así su moción—Pero yo creo que el objetivo o la importancia de las sonrisas no está en ser bonitas o no, no me preguntes cuál es entonces, porque no lo sé, pero siguiendo mi teoría, todo el mundo sabe sonreír, incluso tú—finalizó, no sabía bien porque había dicho todo eso; tal vez su espíritu curioso, necesitado de conocer la razón por la que Astoria nunca sonreía había sido el culpable, o puede que incluso, fuese otra mera estrategia más.
Arabeth deseó darle una patada a una de las patas de la mesa, su plan no funcionaba, lo único que estaba consiguiendo era confundirse aún más, no era capaz de descubrir lo que Astoria quería o no quería de ella, se estaba empezando a sentir manipulada y esto estaba empezando a repercutir en su estado de humor, lo notaba al darse cuenta que su escasa paciencia estaba empezando a agotarse.
—Pero siempre hay unas personas que quieren cambiar las cosas y otras que no quieren hacerlo, si un bando piensa que las cosas deben seguir su rumbo natural, y el otro que deben frenarlas, acabamos en la misma situación, ¿cómo se decide quién tiene razón y quién no?—preguntó, volviendo al tema que había dejado abandonado unos minutos atrás, nuevamente, para intentar camuflar un poco sus intereses volvió a intentar interesarse ligeramente por la vida de Astoria en un aspecto más estudiantil—¿Qué quieres hacer cuando dejes Hogwarts?—preguntó.
Arabeth E. Nott*- Slytherin!
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Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
Sin duda, Astoria no pasó por alto el casi-atragantamiento que sufrió Arabeth cuando ella terminó de hablar, dando unas claras evidencias que la respuesta que había dado no era la que ella esperaba. Algo que, para Astoria, le hacía ganar un par de puntos más; estaba siendo imprevisible y ágil con sus respuestas, justo lo que la Ravenclaw necesitaba para no convertirse tan frágil como un flan.
Alzó las cejas en confirmación a su opinión sobre que lo normal sería que se echaran hechizos y maldiciones la una a la otra, lo que llevó a pensar a Astoria por qué motivo sería eso normal entre ellas dos. Astoria era conocedora de las historias y conflictos entre alumnos que había con la casa Gryffndor y Slytherin, esas dos casas que parecían ser las únicas dueñas de Hogwarts... Pero los tiempos han cambiado y los conflictos se han disipado con los años, además, que Astoria no era de Gryffindor ni mucho menos; totalmente era una auténtica Ravenclaw. Así pues, ¿por qué lo normal sería ser enemigas entre ellas dos?
Interiormente, ambas sabían de qué bando estaba la otra, Astoria era muy consciente de qué bando era Arabeth, lo que no sabía con seguridad si Arabeth sospechaba o sabía con exactitud de qué bando era Astoria. Partiendo de esta base, aunque las dos lo supieran, tenían que dar a entender que no sabían nada... Momento del cual Astoria vio una buena oportunidad para aclarar sus dudas.
—¿Crees que lo normal entre nosotras es llevarnos mal? —preguntó indiscriminadamente, habiendo pensado cada palabra previamente antes de formular la pregunta. —No diré que mi primera intención al conocerte fuera ser tu amiga, porque mentiría. Jamás pienso en ser la amiga de nadie. Pero ¿por qué dejar que lo normal entre nosotras sea la rivalidad? —alzó levemente los hombros y abrió aún más sus párpados, inclinando la cabeza levemente hacia un lado con curiosidad. En este momento, se podría decir que Astoria se sentía un paso por delante de Arabeth.
Al continuar con la conversación y escuchar atentamente sus palabras, pues no tenía con qué distraerse puesto que el helado ya estaba más que acabado, afirmó con seguridad todo lo que Arabeth había comentado sobre la sonrisa, elevando un poco las comisuras, sin llegar a ser sonrisa, cuando la Slytherin manifestó una sonrisa falsa.
—Tengo que darte la razón con eso. —dijo, señalando los labios de Arabeth cuando lo dijo, haciendo referencia a la sonrisa falsa. —Pero el objetivo y la importancia de una sonrisa es que no debe tener ni objetivo ni importancia. Las sonrisas deben ser tan naturales que tienen que salir por sí solas, por inercia. Es ahí donde está mi problema. —concluyó, dejando en el aire el final de la frase, ese toque final en aclarar que ella no sabe sacarlas con naturalidad, por eso se tacha de no saber sonreír.
Escuchó como Arabeth volvió a sacar el tema anterior, enlazando una cosa con la otra, lo cual le dio a pensar que no iba a dejar el tema de los cambios por mucho que Astoria quisiera. Lo cual, lo único que se le ocurrió fue contestar una de esas respuestas que hacían atragantar a la Slytherin. —No se puede decidir. —dijo al principio, alzando su seguridad cuando pensaba en cada palabra al detalle de su respuesta. —Mejor dicho; nosotras no podemos decidir quién tiene razón y quién no. Somos alumnas, somos unas mandadas. Nuestro voz y voto apenas tiene valor para los adultos... —aclaró, haciendo énfasis en esas palabras de vital importancia para ella; estaba dejando claramente un mensaje subliminal, uno que le hiciera ver a Arabeth que, en caso de que la Ravenclaw tuviera que actuar, lo haría por el mandato de alguien superior, no porque ella lo quisiera hacer. Sea por el motivo que sea, eso lo dejaba a la libertad de la Slytherin.
Ante su pregunta de su futuro, Astoria posó débilmente el dedo índice sobre su barbilla; no estaba segura de qué hacer una vez que finalizara sus estudios. Tenía varias ideas en mente, entre ellas ser escritora de algún periódico, pero también le gustaría trabajar en el Ministerio en algún departamento de regulación de normas. Todavía tenía un tiempo por decidir. —Aún no estoy segura de lo que quiero hacer... Estoy algo indecisa. Me llama mucho la atención continuar escribiendo en algún periódico conocido, como el Quisquilloso. Pero también podría decantarme en ofrecerme como profesora de Encantamientos o Estudios Muggles... O trabajar en el Ministerio en algún departamento de regulación, aún no lo tengo claro... —añadió, alzando los hombros y humedeciéndose los labios; ciertamente le gustaban muchas asignaturas y muchas se las daba muy bien, podría ser perfectamente profesora al acabar los estudios, pero al tener un año por delante, aún no le corría prisa. —¿Y tú? ¿Ya has decidido qué harás al marcharte de Hogwarts? ¿O prefieres esperar como yo? —preguntó, mirándola de forma comprendida a Arabeth si tomara la decisión de esperar como ella, algo que Astoria entendería a la perfección puesto que ella hace lo mismo.
Alzó las cejas en confirmación a su opinión sobre que lo normal sería que se echaran hechizos y maldiciones la una a la otra, lo que llevó a pensar a Astoria por qué motivo sería eso normal entre ellas dos. Astoria era conocedora de las historias y conflictos entre alumnos que había con la casa Gryffndor y Slytherin, esas dos casas que parecían ser las únicas dueñas de Hogwarts... Pero los tiempos han cambiado y los conflictos se han disipado con los años, además, que Astoria no era de Gryffindor ni mucho menos; totalmente era una auténtica Ravenclaw. Así pues, ¿por qué lo normal sería ser enemigas entre ellas dos?
Interiormente, ambas sabían de qué bando estaba la otra, Astoria era muy consciente de qué bando era Arabeth, lo que no sabía con seguridad si Arabeth sospechaba o sabía con exactitud de qué bando era Astoria. Partiendo de esta base, aunque las dos lo supieran, tenían que dar a entender que no sabían nada... Momento del cual Astoria vio una buena oportunidad para aclarar sus dudas.
—¿Crees que lo normal entre nosotras es llevarnos mal? —preguntó indiscriminadamente, habiendo pensado cada palabra previamente antes de formular la pregunta. —No diré que mi primera intención al conocerte fuera ser tu amiga, porque mentiría. Jamás pienso en ser la amiga de nadie. Pero ¿por qué dejar que lo normal entre nosotras sea la rivalidad? —alzó levemente los hombros y abrió aún más sus párpados, inclinando la cabeza levemente hacia un lado con curiosidad. En este momento, se podría decir que Astoria se sentía un paso por delante de Arabeth.
Al continuar con la conversación y escuchar atentamente sus palabras, pues no tenía con qué distraerse puesto que el helado ya estaba más que acabado, afirmó con seguridad todo lo que Arabeth había comentado sobre la sonrisa, elevando un poco las comisuras, sin llegar a ser sonrisa, cuando la Slytherin manifestó una sonrisa falsa.
—Tengo que darte la razón con eso. —dijo, señalando los labios de Arabeth cuando lo dijo, haciendo referencia a la sonrisa falsa. —Pero el objetivo y la importancia de una sonrisa es que no debe tener ni objetivo ni importancia. Las sonrisas deben ser tan naturales que tienen que salir por sí solas, por inercia. Es ahí donde está mi problema. —concluyó, dejando en el aire el final de la frase, ese toque final en aclarar que ella no sabe sacarlas con naturalidad, por eso se tacha de no saber sonreír.
Escuchó como Arabeth volvió a sacar el tema anterior, enlazando una cosa con la otra, lo cual le dio a pensar que no iba a dejar el tema de los cambios por mucho que Astoria quisiera. Lo cual, lo único que se le ocurrió fue contestar una de esas respuestas que hacían atragantar a la Slytherin. —No se puede decidir. —dijo al principio, alzando su seguridad cuando pensaba en cada palabra al detalle de su respuesta. —Mejor dicho; nosotras no podemos decidir quién tiene razón y quién no. Somos alumnas, somos unas mandadas. Nuestro voz y voto apenas tiene valor para los adultos... —aclaró, haciendo énfasis en esas palabras de vital importancia para ella; estaba dejando claramente un mensaje subliminal, uno que le hiciera ver a Arabeth que, en caso de que la Ravenclaw tuviera que actuar, lo haría por el mandato de alguien superior, no porque ella lo quisiera hacer. Sea por el motivo que sea, eso lo dejaba a la libertad de la Slytherin.
Ante su pregunta de su futuro, Astoria posó débilmente el dedo índice sobre su barbilla; no estaba segura de qué hacer una vez que finalizara sus estudios. Tenía varias ideas en mente, entre ellas ser escritora de algún periódico, pero también le gustaría trabajar en el Ministerio en algún departamento de regulación de normas. Todavía tenía un tiempo por decidir. —Aún no estoy segura de lo que quiero hacer... Estoy algo indecisa. Me llama mucho la atención continuar escribiendo en algún periódico conocido, como el Quisquilloso. Pero también podría decantarme en ofrecerme como profesora de Encantamientos o Estudios Muggles... O trabajar en el Ministerio en algún departamento de regulación, aún no lo tengo claro... —añadió, alzando los hombros y humedeciéndose los labios; ciertamente le gustaban muchas asignaturas y muchas se las daba muy bien, podría ser perfectamente profesora al acabar los estudios, pero al tener un año por delante, aún no le corría prisa. —¿Y tú? ¿Ya has decidido qué harás al marcharte de Hogwarts? ¿O prefieres esperar como yo? —preguntó, mirándola de forma comprendida a Arabeth si tomara la decisión de esperar como ella, algo que Astoria entendería a la perfección puesto que ella hace lo mismo.
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Re: The absent-mindedness. | Arabeth |
¿Sería lo normal que ambas chicas se llevasen mal?, Arabeth se tuvo que contener para no dar una respuesta positiva con demasiada rapidez. Se mantuvo en silencio y escuchó sus palabras con atención, se dedicó a observar las emociones que sus ojos reflejaban, los gestos de su cara, y la forma de hablar que estaba utilizando para poder averiguar si la chica estaba hablando con sinceridad, cosa que no fue capaz de descubrir con exactitud. No obstante no le gustaba la posibilidad que Astoria estaba planteando, o que más bien, lo que Arabeth imaginaba que se podría decir acabar dando si lo que la Ravenclaw decía se cumplía, ¿una amistad que fuese más allá de cumplir los objetivos que la serpiente tenía?, la rubia definitivamente, no lo aceptaba; el cerebro de Arabeth, que tenía grabada esa sencilla norma a fuego desde que apenas había comenzado a andar, se negaba a aceptarlo. Y tal como había hablado con sinceridad cuando había explicado la razón por la que apenas sonreía, lo mismo hizo en ese momento.
—Sí, creo que es lo más normal—afirmó, sin un ápice de inseguridad o duda en su voz, busco la mirada de la chica y apoyo los brazos sobre la mesa, para luego rodear sujeta su barbilla con una de sus manos—Y no lo creo porque tú seas Ravenclaw y yo Slytherin, la rivalidad entre familias podría ser una causa pero siempre hay excepciones, como pueden ser tus padres—explicó lentamente, con cuidado de no sobrepasar los límites—Con una de tus primas me llevo a matar, y prácticamente es igual con toda tu familia, y la razón principal de ello está en que la mayoría de los miembros de mi familia apoyaran a Voldemort y los de la tuya fueran en su contra, no en el apellido en sí—explicó, con dureza, no dudando en incluir el nombre del innombrable dentro de sus palabras. Arabeth estaba sólo hablando del pasado, en ningún momento estaba centrándose en el futuro, por lo que realmente, no estaba poniendo a su bando en peligro ni diciéndo cosas que fuesen algún secreto—Eso causa rencor, prejuicio, odio, desconfianza y una rivalidad a la que le queda mucho camino para desaparecer—finalizó, para luego dirigir su mirada hacia los nubes, dándose cuenta de que, finalmente la Arabeth honesta y directa estaba empezando a hacer presencia en la conversación, después de unos segundos volvió apartó la vista de las nubes para volver fijarse así en la chica—Sé que tu primera intención no fue esa, pero hablas como si verdaderamente hubiese una razón, aunque claramente no la hay…—dijo distraidamente, intentando disimular y quitarle importancia a la pregunta que indirectamente acababa de lanzar.
Arabeth volvió a abrir la boca con intención de decir algo positivo acerca de su sonrisa, pero la cerró con rapidez ya que ese no era su puesto, ella no era la chica que debía animar a Astoria a sonreír o simplemente hacerle ver que todo el mundo sabía sonreir; ése no era su objetivo, era innecesario, era sobrepasar los límites, por ello se limitó a asentir levemente con la cabeza. Aunque no pudo evitar que, en el último momento un par de palabras salieran solas de sus labios.
—Supongo que tienes razón, tú misma te conocerás mejor que nadie, pero seguro que hay alguien con quien eres capaz de sonreír con mucha facilidad, en cambio con el resto de las personas te cuesta muchísimo más, al menos es un principio.—comentó encogiéndose nuevamente de hombros. Procuró que ésta vez ningún movimiento o gesto indebido u incorrecto apareciera después de las palabras de la Ravenclaw, se mantuvo firme, tan sólo frunciendo levemente las cejas, ¿ella era una mandada? era cierto que desde su nacimiento le había sido instruido el papel que debía tomar en prácticamente todos los aspectos de su vida, ¿pero aquello significaba que sus pensamientos no fuesen verdaderos o que no pudiese decidir quién tenía razón? No quería plantearse tal posibilidad por lo que antes de seguir profundizando en dicho tema su mente se alejó del mismo, reiniciándose en cierto modo a sí misma, intentando olvidarlo; ella odiaba a los muggles, no quería saber nada de ellos, fin de la discusión.—Tienes razón, nuestra voz prácticamente no tiene importancia, pero siempre han dicho que la juventud es el futuro, tal vez por eso los altos dirigentes intenten llevarse siempre a los más jóvenes a su bando—comentó, siendo ésta vez ella la que no quería seguir con dicho tema ya que estaba empezando a provocarlo un leve dolor de cabeza. Sonrió levemente ante las posibles ideas que tenía Astoria para orientar su futuro para luego asentir con la cabeza.—Siempre te ha ido muy bien en clases, no creo que te cueste demasiado conseguir la opción que elijas, yo personalmente creo que encajarías en el ministerio, eres organizada y previsora por lo que creo que te iría bien allí—explicó para luego pensar su siguiente respuesta—No estoy segura, me gustan también muchas opciones, trabajar en el ministerio o como medimaga son algunas opciones, también me gustaría impartir clases pero preferiría que no fuese en Hogwarts, me gusta conocer nuevas culturas, tal vez Durmstrang o Beauxbatons... me cuesta decidirme porque me preocupa equivocarme al elegir lo que más me gusta—confesó moviendo los dedos con algo de inquietud.
De repente su inquieto movimiento se vio interrumpido al ver como a lo lejos, dos magos empezaban a lanzarse hechizos el uno el otro, alzó las cejas, algo extrañada de que un duelo tuviera lugar en un sitio tan visible y a plena luz del dí. Los observó detenidamente por si en algún momento fuese conveniente meterse en medio, ya fuese para detener la pelea, o para participar en el bando de alguno de los combatenientes.
¿Peligro? Jerónimo.
—Sí, creo que es lo más normal—afirmó, sin un ápice de inseguridad o duda en su voz, busco la mirada de la chica y apoyo los brazos sobre la mesa, para luego rodear sujeta su barbilla con una de sus manos—Y no lo creo porque tú seas Ravenclaw y yo Slytherin, la rivalidad entre familias podría ser una causa pero siempre hay excepciones, como pueden ser tus padres—explicó lentamente, con cuidado de no sobrepasar los límites—Con una de tus primas me llevo a matar, y prácticamente es igual con toda tu familia, y la razón principal de ello está en que la mayoría de los miembros de mi familia apoyaran a Voldemort y los de la tuya fueran en su contra, no en el apellido en sí—explicó, con dureza, no dudando en incluir el nombre del innombrable dentro de sus palabras. Arabeth estaba sólo hablando del pasado, en ningún momento estaba centrándose en el futuro, por lo que realmente, no estaba poniendo a su bando en peligro ni diciéndo cosas que fuesen algún secreto—Eso causa rencor, prejuicio, odio, desconfianza y una rivalidad a la que le queda mucho camino para desaparecer—finalizó, para luego dirigir su mirada hacia los nubes, dándose cuenta de que, finalmente la Arabeth honesta y directa estaba empezando a hacer presencia en la conversación, después de unos segundos volvió apartó la vista de las nubes para volver fijarse así en la chica—Sé que tu primera intención no fue esa, pero hablas como si verdaderamente hubiese una razón, aunque claramente no la hay…—dijo distraidamente, intentando disimular y quitarle importancia a la pregunta que indirectamente acababa de lanzar.
Arabeth volvió a abrir la boca con intención de decir algo positivo acerca de su sonrisa, pero la cerró con rapidez ya que ese no era su puesto, ella no era la chica que debía animar a Astoria a sonreír o simplemente hacerle ver que todo el mundo sabía sonreir; ése no era su objetivo, era innecesario, era sobrepasar los límites, por ello se limitó a asentir levemente con la cabeza. Aunque no pudo evitar que, en el último momento un par de palabras salieran solas de sus labios.
—Supongo que tienes razón, tú misma te conocerás mejor que nadie, pero seguro que hay alguien con quien eres capaz de sonreír con mucha facilidad, en cambio con el resto de las personas te cuesta muchísimo más, al menos es un principio.—comentó encogiéndose nuevamente de hombros. Procuró que ésta vez ningún movimiento o gesto indebido u incorrecto apareciera después de las palabras de la Ravenclaw, se mantuvo firme, tan sólo frunciendo levemente las cejas, ¿ella era una mandada? era cierto que desde su nacimiento le había sido instruido el papel que debía tomar en prácticamente todos los aspectos de su vida, ¿pero aquello significaba que sus pensamientos no fuesen verdaderos o que no pudiese decidir quién tenía razón? No quería plantearse tal posibilidad por lo que antes de seguir profundizando en dicho tema su mente se alejó del mismo, reiniciándose en cierto modo a sí misma, intentando olvidarlo; ella odiaba a los muggles, no quería saber nada de ellos, fin de la discusión.—Tienes razón, nuestra voz prácticamente no tiene importancia, pero siempre han dicho que la juventud es el futuro, tal vez por eso los altos dirigentes intenten llevarse siempre a los más jóvenes a su bando—comentó, siendo ésta vez ella la que no quería seguir con dicho tema ya que estaba empezando a provocarlo un leve dolor de cabeza. Sonrió levemente ante las posibles ideas que tenía Astoria para orientar su futuro para luego asentir con la cabeza.—Siempre te ha ido muy bien en clases, no creo que te cueste demasiado conseguir la opción que elijas, yo personalmente creo que encajarías en el ministerio, eres organizada y previsora por lo que creo que te iría bien allí—explicó para luego pensar su siguiente respuesta—No estoy segura, me gustan también muchas opciones, trabajar en el ministerio o como medimaga son algunas opciones, también me gustaría impartir clases pero preferiría que no fuese en Hogwarts, me gusta conocer nuevas culturas, tal vez Durmstrang o Beauxbatons... me cuesta decidirme porque me preocupa equivocarme al elegir lo que más me gusta—confesó moviendo los dedos con algo de inquietud.
De repente su inquieto movimiento se vio interrumpido al ver como a lo lejos, dos magos empezaban a lanzarse hechizos el uno el otro, alzó las cejas, algo extrañada de que un duelo tuviera lugar en un sitio tan visible y a plena luz del dí. Los observó detenidamente por si en algún momento fuese conveniente meterse en medio, ya fuese para detener la pelea, o para participar en el bando de alguno de los combatenientes.
¿Peligro? Jerónimo.
Arabeth E. Nott*- Slytherin!
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