Los días están hecho para dormir [Andy D. Howland]

11:20hs || Día Nublado con Rayos de Sol.



Perfecto día para dormir, cuando las clases habían sido dejadas de lado y su cuerpo había terminado siendo guiado a uno de los árboles que se encontraban en el amplio jardín. La sombra que ocultaba el rostro somnoliento de la joven rubia hacía que ella desapareciera de la vista de los que pretendían hacer el suficiente ruido para interrumpir sus sueños. ¿Quién es realmente tan poco sensato como para dormir en un lugar así? Cualquiera podría pillarla fuera de clases, o mejor aún, que la encuentre un profesor y quede castigada por un mes. Poco le importó aquel día, sólo se excusó de clases diciendo sentir un malestar y pan comido. Ya se encontraba fuera con permiso de ser asistida por la enfermera. Era más fácil de lo que muchos podrían llegar a imaginar, el problema es que realmente pocos se atreven a hacerlo de forma tan descarada como la chica. En ese momento sólo pensó en salir porque sus ojos comenzaban a sentirse cansados, una noche en vela y un día anterior lleno de trabajos; definitivamente necesitaba algo para poder descansar. Y a pesar de que eso significara castigo, ella lo afrontaba.

A veces maldecía el no poder dormir en las noches por esas molestas pesadillas, o visiones extrañas, o como ella decía: Sueños surrealistas. Algo completamente fuera de foco, hacía que ella no pudiera dormir y usara los días para ello. Ahora se encontraba acostumbrada y sus noches se habían vuelto bastante más entretenidas. Siempre hay algo que pueda divertir, o llamarle la atención. Excepto volver a hablar con cuadros, la última vez que lo hizo, quedó más trastornada de lo que ella misma era. Ahora durmiendo y no sintiendo nada que la molestase, descansaba. Su cuerpo elegantemente apoyado en el tronco del árbol, su cabello ondeaba con el viento cubriendo un poco su rostro que se encontraba sorprendentemente apacible durmiendo. Nada de sueños, nada que la persiguiera o abrumara, esos eran los beneficios de poder dormir de día. Lamentablemente, siempre había cosas que lo arruinaran, el que te golpeen, que te griten, o simplemente que te despierten